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La unión es necesaria

Todos esos fenómenos podrían enfrentarse mejor si existiera un consenso que le transmitiera a la comunidad la confianza en la marcha de sus instituciones. Confianza que se está destruyendo, y que demanda mucho más que acuerdos limitados como el llamado Equilibrio de Poderes, donde una fracción mayoritaria impone sus criterios, así no consulten las necesidades de la Nación.

26 de abril de 2015 Por:

Todos esos fenómenos podrían enfrentarse mejor si existiera un consenso que le transmitiera a la comunidad la confianza en la marcha de sus instituciones. Confianza que se está destruyendo, y que demanda mucho más que acuerdos limitados como el llamado Equilibrio de Poderes, donde una fracción mayoritaria impone sus criterios, así no consulten las necesidades de la Nación.

Muchos hechos han ocurrido y están sucediendo, que nos llevan a pensar en la estabilidad de las instituciones y en la necesidad de cambios para devolverles la confianza que han ido perdiendo. Y, ante todo, en la obligación de encontrar puntos de acuerdo que los respalden, sin tener que recurrir a la unanimidad que asfixia la democracia.A manera de ejemplo, es la Justicia y sus diferentes instancias las que han perdido el respaldo de los colombianos. Y no por causas gratuitas. Además de los escándalos que la han afectado por los comportamientos de sus integrantes, están las demoras en solucionar las diferencias y asegurar los derechos de los ciudadanos, y la impunidad en resolver los asuntos penales. Además, se vive en los centros carcelarios, donde, como lo declaró la Corte Constitucional en sentencia reciente, el Estado desconoce los Derechos Humanos de quienes están recluidos, ya sea acusados o sentenciados.Pero también se vive en la Política, donde los partidos no necesariamente representan los intereses nacionales ni de los votantes. Donde parece imposible cambiar los procesos electorales para darles transparencia y orden, evitando que las prácticas clientelistas manipulen los resultados y desconozcan el interés ciudadano, desvaneciendo el valor de la voluntad popular. Y qué decir de la corrupción, fenómeno enquistado en las actividades públicas y privadas que creó una nueva y condenable ética, la de que todo se vale para defraudar el interés común a todos. Es el veneno que corre sin pausa la credibilidad del Estado, entendido como la organización creada para proteger los derechos ciudadanos, procurar la satisfacción de sus necesidades y garantizar la convivencia. Está también la urgencia de combatir el delito y llevar la vigencia de la autoridad a todos los rincones de Colombia. De acabar con formas de violencia endémicas como la guerrilla, en lo posible por medio del diálogo, o de las amenazas que crecen en los centros urbanos y atemorizan, reflejadas en las estadísticas de homicidios y confrontaciones causadas por la intolerancia. Todos esos fenómenos podrían enfrentarse mejor si existiera un consenso que le transmitiera a la comunidad la confianza en la marcha de sus instituciones. Confianza que se está destruyendo, y que demanda mucho más que acuerdos limitados como el llamado Equilibrio de Poderes, donde una fracción mayoritaria impone sus criterios, así no consulten las necesidades de la Nación.Frente a ello se requiere un acuerdo nacional. Son muchas las voces que están afirmando que la paz con la guerrilla nunca se podrá negociar con éxito si no existe antes un pacto entre las fuerzas políticas y la dirigencia del país. Igual debe decirse de las transformaciones que deben aplicarse a las instituciones para que cumplan la misión para la cual fueron creadas. ¿Por qué no escucharlas? ¿Por qué no superar los personalismos y las confrontaciones estériles, elemento fundamental para vencer las incertidumbres y las dudas que golpean a la sociedad? ¿Por qué no encontrar en la unidad la manera de recuperar un Estado serio y respetable?

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