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La tragedia del Chocó

Con grandes inundaciones en el 33% de sus 30 municipios, y bajo alerta roja del Ideam y de la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos y Desastres que anuncian más calamidades, el departamento del Chocó vuelve a sentir el impacto de las catástrofes que se abaten sobre sus pobladores.

23 de agosto de 2017 Por: Editorial .

Con grandes inundaciones en el 33% de sus 30 municipios, y bajo alerta roja del Ideam y de la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos y Desastres que anuncian más calamidades, el departamento del Chocó vuelve a sentir el impacto de las catástrofes que se abaten sobre sus pobladores. Es un drama que nunca terminará si, además, el abandono es el signo bajo el cual son manejados sus problemas.

Según las autoridades locales, el crudo invierno ya ha afectado a 3300 familias que han tenido que desplazarse para defender sus vidas. Quibdó, Condoto, Lloró, Sipí, Riosucio, Tadó, Bagadó, Bajo Baudó, Istmina y El Atrato viven una emergencia que se inició hace ya una semana. Veredas como Boraudó han casi desaparecido bajo las aguas de un río Atrato que ha llegado a niveles nunca vistos. Y en muchas partes se teme la amenaza de derrumbes y avalanchas con sus graves consecuencias para los habitantes de la región con mayores dificultades de toda Colombia.

Es triste reconocerlo, pero al Chocó le han caído las peores plagas. Está la minería ilegal, uno de los factores más influyentes en la amenaza que están padeciendo quienes viven en zonas cercanas a ríos como el Condoto, y que destruye el ecosistema, convirtiendo los afluentes en amenazas para el equilibrio ambiental y para la salud, pues los envenenan con mercurio. Y luego está la lucha salvaje de los grupos armados que se disputan el control de las rutas del narcotráfico y las áreas de los cultivos ilícitos, ocasionando desplazamientos y cometiendo crímenes sin contemplación alguna.

Ahora es el clima que se abate sobre los chocoanos, causando destrozos y tragedias en municipios y veredas remotos, huérfanos de la atención oportuna del Estado. Es una debacle que parece no tener audiencia en el país porque no existe una alarma ni un cubrimiento adecuado a la dimensión que tiene la emergencia. Y aunque el Ejército Nacional se ha hecho presente para ayudar a los damnificados, eso no es suficiente.

Son miles de colombianos que reclaman la solidaridad de sus compatriotas pero, ante todo, de la presencia decidida de las autoridades y de los organismos públicos que tienen el deber de socorrerlos. Como ha ocurrido en ocasiones anteriores, las condiciones de pobreza y las limitaciones de las entidades municipales y departamentales obligan a pedirle al Gobierno Nacional que se haga presente para atender la grave emergencia que vive el Chocó.

Y debe hacerse también una convocatoria a todos los colombianos para que aporten a la atención de una tragedia que no puede ser ignorada, como está pasando ahora, agravada por la falta de recursos y el abandono. Que no ocupe los grandes titulares ni reciba el despliegue de los medios electrónicos no significa que no exista esa catástrofe que afecta de manera grave a miles de personas y que pone en riesgo sus vidas.

Las imágenes publicadas hasta ahora y los informes que se han ido conociendo no dejan dudas: el Chocó está en emergencia y necesita ayuda para superar el momento que atraviesa y para reconstruir sus posibilidades de progreso.

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