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La tierra del olvido

A esa tierra de nadie es que debe mirar el Estado, despojado de la visión centralista que desconoce los graves problemas de las regiones. Los problemas de la Guajira, como los del Chocó y todo el Litoral Pacífico colombiano, son consecuencia del abandono en el que se ha tenido a un Departamento que sólo genera interés por su producción minera pero no por las necesidades vitales de su población.

26 de julio de 2014 Por:

A esa tierra de nadie es que debe mirar el Estado, despojado de la visión centralista que desconoce los graves problemas de las regiones. Los problemas de la Guajira, como los del Chocó y todo el Litoral Pacífico colombiano, son consecuencia del abandono en el que se ha tenido a un Departamento que sólo genera interés por su producción minera pero no por las necesidades vitales de su población.

La Guajira ha sido una región abandonada. Se necesitó conocer la tragedia que padecen 37.000 niños condenados a sufrir por hambre y deshidratación, para que Colombia mirara hacia un departamento que no obstante su riqueza en recursos naturales está abatida por la pobreza, y la sed golpea a sus habitantes.El llamado de auxilio de la Personería Regional sobre el drama de la desnutrición en la población infantil guajira por la falta de agua y de alimentos es más que un desgracia provocada por la sequía que dura ya dos años en esa zona del país. En ella se puede resumir la ausencia general del Estado y cómo eso permitió que muchos males se enquistaran en ese extremo del país.No es fácil entender que una región que produce el 40% del carbón que exporta Colombia, que tiene un presupuesto anual de $986.000 millones y para los años 2013 y 2014 recibió una asignación de $850.000 millones en recursos de regalías, deba enterrar a niños que mueren por hambre y sed, o permita que el 86% de su población viva en la pobreza y en la extrema pobreza. Entonces se ven las consecuencias de un territorio que lleva décadas sin Dios ni Ley.Así como por sus playas salinas, los flamencos rosados o las artesanías de los indígenas Wayuú, a la Guajira se le reconoce por ser la tierra donde campean el contrabando y el narcotráfico, gracias a una frontera donde no parecen existir autoridad ni control. O por los índices de criminalidad que llegan de la mano con las mafias. Y por una clase política a la que se acusa de estar al servicio de organizaciones delictivas mientras aprovecha en su beneficio los recursos que deberían destinarse a proveer los servicios que demanda la población, a crear oportunidades para que la gente salga de la pobreza y brindar una mejor calidad de vida.A esa tierra de nadie es que debe mirar el Estado, despojado de la visión centralista que desconoce los graves problemas de las regiones. Los problemas de la Guajira, como los del Chocó y todo el Litoral Pacífico colombiano, son consecuencia del abandono en el que se ha tenido a un Departamento que sólo genera interés por su producción minera pero no por las necesidades vitales de su población. Nada cambiará mientras no se ejerza la autoridad para enfrentar el crimen en todos sus niveles, o mientras los organismos de control no hagan su labor de frenar la corrupción y el clientelismo, y se garantice que los recursos destinados a satisfacer las necesidades apremiantes de la gente no terminen en los bolsillos de unos pocos dirigentes. La Guajira es el departamento que más divisas le genera a Colombia mediante la exportación de carbón. Pero mientras no se le mire como una región que requiere de instituciones serias para aprovechar su riqueza, seguirá enterrado niños desnutridos, se temerá por la vida de los 37.000 menores en riesgo y la pobreza seguirá siendo su compañera. Es la consecuencia de persistir en un Estado centralista que se aleja de la realidad nacional, perdiendo la sensibilidad sobre lo que requiere la provincia colombiana y dejando su representación popular en manos del clientelismo.

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