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La sorpresa de Túnez

"Hasta que se produjo la revuelta callejera que tumbó al gobierno del presidente Zine el-Abidin Ben Alí, nadie en Europa había advertido sobre el descontento popular y la protesta que se incubaba en el corazón del país magrebí".

20 de enero de 2011 Por:

"Hasta que se produjo la revuelta callejera que tumbó al gobierno del presidente Zine el-Abidin Ben Alí, nadie en Europa había advertido sobre el descontento popular y la protesta que se incubaba en el corazón del país magrebí".

Hasta que se produjo la revuelta callejera que tumbó al gobierno del presidente Zine el-Abidin Ben Alí, nadie en Europa había advertido sobre el descontento popular y la protesta que se incubaba en el corazón del país magrebí.En particular Francia, la antigua potencia colonial y la nación occidental que mantenía los lazos más estrechos con los tunecinos, se vio sorprendida por los tumultos, hasta el punto de que su canciller, Michelle Alliot Marie, tuvo que admitir que “no vio venir los acontecimientos”.Esta sorpresa ha colocado en posición incómoda a los representantes de los países de la Unión Europea, que durante 23 años sostuvieron el régimen depuesto, al que consideraban un aliado confiable y con el que habían establecido una provechosa relación de negocios. De hecho, Túnez era puesto como un ejemplo de estabilidad para los demás países árabes y le fueron enviados fondos desde Europa por valor de US$400 millones entre 2007 y 2010.En este momento, críticos y analistas internacionales señalan que Francia y Europa se hicieron los de la vista gorda con respecto a las constantes violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno tunecino y guardaron silencio con respecto a la protesta popular en el país. En realidad Estados Unidos lo había advertido, pues en los cables filtrados por WikiLeaks, documentos del Departamento de Estado describían a Túnez como un “país corrupto, con falta de libertades y graves problemas de derechos humanos”. Y el embajador en Túnez Robert F. Godec, escribió que “muchos tunecinos están frustrados por la falta de libertad política y sienten rabia por la corrupción de la familia presidencial”.De allí la diferencia entre las reacciones de Francia y Estados Unidos frente a la deposición del gobierno. La canciller Alliot llamó a “mantener la calma” e incluso ofreció ayuda a las autoridades tunecinas “para restablecer el orden”, mientras que el presidente Barack Obama saludó “el coraje y la dignidad del pueblo tunecino”, el mismo día en que se produjo la revuelta. Para la organización Reporteros sin Fronteras, en el 2010 Túnez era uno de los peores del mundo en materia de libertad de prensa, ubicándose en el puesto 164 entre 178 países. Lo que semejaba una dictadura eterna, apoyada por la UE, cayó en un dos por tres.Pues en el mundo árabe nada es lo que parece ser. Sin tradición democrática, con viejos rencores coloniales, sus gobiernos se inclinan por formas despóticas de autoridad en las que prevalece el espíritu tribal. Aclimatar la democracia occidental en este universo no es tarea fácil ni de corto plazo.El nuevo ‘gobierno de unidad nacional’ en Túnez se debate en medio de contradicciones, mientras continúa la violencia en las calles. Las perspectivas se plantean entre la convocatoria de una Asamblea Constituyente o la realización de elecciones con monitoreo internacional. Pero también puede surgir una nueva dictadura, si los ministros del gobierno depuesto continúan en sus cargos. En Túnez aún no hay nada claro.

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