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¿La primavera de Sudán?

Después de varias semanas de protestas, cientos de muertos y miles de detenidos, Omar Al Bashir, el longevo presidente de Sudán, fue derrocado. Durante tres décadas manejó los destinos de este país de 40...

14 de abril de 2019 Por: Editorial .

Después de varias semanas de protestas, cientos de muertos y miles de detenidos, Omar Al Bashir, el longevo presidente de Sudán, fue derrocado. Durante tres décadas manejó los destinos de este país de 40 millones de personas, abrumado por la corrupción, la pobreza y la inflación que han derivado en la ruina.

Las manifestaciones empezaron el pasado 19 de diciembre. El gobierno intentó evitar el colapso económico provocado por los años de sanciones de Estados Unidos y la pérdida de ingresos del petróleo, mediante la imposición de medidas de austeridad y una fuerte devaluación de la moneda. Se suspendieron los subsidios al pan y a los combustibles lo que golpeó a la población. Y es que a pesar de que hace dos años se levantaron las sanciones económicas contra el país, la pérdida de la mayoría de sus campos petroleros cuando Sudán del Sur se independizó en el 2011 deterioró su economía.

Aunque inicialmente las protestas no llegaron a Jartum, la capital, el descontento se fue extendiendo. Las manifestaciones que comenzaron pidiendo el regreso de los subsidios pronto se transformaron en exigencias de mayor libertad, cambio de régimen y la salida de Al Bashir.

El derrocamiento del dictador ha sido celebrado por la población, pero también persiste una gran incertidumbre. Algunos han comparado el proceso con la llamada Primavera Árabe, aquel movimiento popular que surgió en el 2010 en Túnez y que acabó echando al dictador Zin el Abidin Ben Ali. Otros han recordado que se trató más una expectativa que una realidad que trajera verdaderos vientos democráticos cuando el efecto dominó llegó a la región y acabó con las dictaduras de Honsi Mubarak, en Egipto, y de Muamar Gadafi, en Libia. Pero en otros países las protestas fueron aplastadas a sangre y fuego como en Bahrein.

Mientras que en Siria y Yemen terminaron en guerras civiles que siguen destruyendo a estas naciones. De ahí los reclamos del secretario general de la Liga Árabe, quien en una reciente entrevista sostuvo que las revueltas, muchas de ellas patrocinadas desde el exterior, debilitaron la institucionalidad de estos países y produjeron un estado de caos del que aún no pueden levantarse.

“Lo que en Europa llaman Primavera Árabe yo lo llamo Destrucción Árabe porque lo que ocurrió en 2011 condujo al caos, a la agonía, al sufrimiento y a la amenaza de la desaparición de los Estados”, explicó el excanciller egipcio, demostrando la otra visión de un fenómeno que Occidente insiste en ver como el florecimiento de la democracia.

La preocupación es qué sucederá. Por ahora se anunció la conformación de un Consejo Militar de diez miembros, cuya cabeza será Abdelfatah al Burhan, encargado de adelantar la transición hacia un gobierno civil. Sus primeras decisiones de suspender el toque de queda y la liberación de los manifestantes detenidos fueron bien recibidas. Empero, el hecho de que esta fase se extienda por dos años genera dudas sobre las reales intenciones de los militares. Lo que es de esperar es que los anhelos de libertad no sean utilizados para conducir a Sudán a una nueva guerra civil.

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