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La pesca del Pacífico

Difícil entender que en vez de aceptar que en ese mar está la redención del Pacífico Colombia y de sus ocho millones de habitantes, se siga pensando en manejar la pobreza y la falta de oportunidades de la región con subsidios o ayudas que no resuelven el problema de sus beneficiarios.

10 de diciembre de 2016 Por:

Difícil entender que en vez de aceptar que en ese mar está la redención del Pacífico Colombia y de sus ocho millones de habitantes, se siga pensando en manejar la pobreza y la falta de oportunidades de la región con subsidios o ayudas que no resuelven el problema de sus beneficiarios.

En la riqueza que alberga el Océano Pacífico debería estar la fuente de oportunidades y redención para los habitantes de la región más pobre y olvidada del país. En su lugar, son los extranjeros quienes disfrutan esos recursos, amparados por el escaso control que ejerce Colombia en esa zona, y motivados por el escaso interés por desarrollar una industria de gran interés para el resto de países que tienen costas sobre el mar del futuro. Cinco años de investigación sobre la pesca ilegal en Colombia, trabajo realizado por la Procuraduría Delegada para Asuntos Ambientales y la Fundación Mar Viva, ratifican una verdad conocida. El Pacífico colombiano y las especies que alberga son explotados por una actividad clandestina, ejercida por barcos de países como Ecuador, Costa Rica, los Estados Unidos o el Japón, y sobre la que nuestras autoridades no tienen capacidad de respuesta.Sin duda no es fácil ejercer soberanía sobre los 988.000 kilómetros cuadrados que posee Colombia en el Pacífico, pero el esfuerzo no ha sido suficiente. Por ejemplo para vigilar los 8.578 kilómetros cuadrados que abarca el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo, apenas se cuenta con nueve funcionarios. Mientras que la Armada, a la que se le debe reconocer su empeño por cuidar los mares de la Nación, está dedicada sobre todo a combatir el narcotráfico.Si el control de las autoridades no es suficiente, la pesca ilegal encuentra en la Justicia otro hueco para evadirse. Según la Procuraduría, de los 274 casos registrados en los últimos cuatro años -254 de ellos en el Pacífico y 20 en el Caribe-, apenas el 4% terminó con alguna sanción judicial. Así quienes se roban los recursos naturales de los mares colombianos quedan impunes.Mientras eso sucede, los pescadores artesanales ven cómo la que debería ser su principal fuente de sustento y la oportunidad para tener una calidad de vida mejor termina en manos extranjeras y sobre ellos sí se aplican restricciones que limitan cada vez más su oficio. La Nación, por su parte, parece sufrir de ceguera crónica al no ver la riqueza que hay en su mar Pacífico y no promover una industria pesquera sostenible, responsable con el medio ambiente. Difícil entender que en vez de aceptar que en ese mar está la redención del Pacífico Colombia y de sus ocho millones de habitantes, se siga pensando en manejar la pobreza y la falta de oportunidades de la región con subsidios o ayudas que no resuelven el problema de sus beneficiarios. Una parte importante de las subvenciones debería dirigirse a promover una verdadera industria de la pesca así como a apoyar a los artesanos de ese oficio.Hacia allá deberían encaminarse los esfuerzos en la lucha contra la pesca ilegal que deja pérdidas incalculables a Colombia. Sin duda hay que invertir más en la vigilancia marítima, tener una legislación que se ajuste a los lineamientos jurídicos internacionales que ya existen y velar porque la Justicia se imponga. Pero la solución es otra: redimir las bondades del mar Pacífico para beneficio de la población de su litoral y de la conservación de su medio ambiente.

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