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La paz en Siria

"La suerte sufrida por Libia, con una intervención determinada de fuerzas de la Otan, no ha sido posible en el caso sirio, pese a que la crueldad de al Asad contra su propio pueblo es de las mismas dimensiones de la desarrollada por Gadafi".

30 de marzo de 2012 Por:

"La suerte sufrida por Libia, con una intervención determinada de fuerzas de la Otan, no ha sido posible en el caso sirio, pese a que la crueldad de al Asad contra su propio pueblo es de las mismas dimensiones de la desarrollada por Gadafi".

Tras un año de combates, más de 8 mil muertos entre miembros de la oposición al régimen y ciudadanos del común, el dictador sirio Bashar al Asad se mantiene en el poder y la balanza de los acontecimientos parece inclinarse de su lado.En parte porque Siria es un histórico crisol de religiones y colectivos. En un país de 21 millones de habitantes, con una mayoría sunita (74%), dos grandes minorías alauita y cristiana (ambas un 10% de la población) y otras comunidades aún más pequeñas como la kurda, la unidad nacional nunca ha sido un objetivo sencillo y más aún en el caso de la oposición contra Bashar al Asad.La oposición política siria está conformada por líderes exiliados, grupos clandestinos en el interior del país, izquierdistas, secularistas, islamistas y nacionalistas, que no se ponen de acuerdo para actuar mancomunadamente. Además no cuentan con fuerzas armadas suficientes, que puedan hacer frente al grande y disciplinado Ejército sirio.Y, aunque enemigo histórico de Israel, el Gobierno sirio tiene un carácter laico, que resulta más confiable que la posibilidad de un régimen islámico en un país fuertemente armado. De allí ciertas reticencias de los países occidentales a prestar una colaboración más decidida a la oposición siria.La suerte sufrida por Libia, con una intervención determinada de fuerzas de la Otan, no ha sido posible en el caso sirio, pese a que la crueldad de al Asad contra su propio pueblo es de las mismas dimensiones de la desarrollada por Gadafi. Y además, el régimen sirio logró desbaratar el bastión de resistencia de la oposición en la ciudad de Homs, que contó con ayuda del exterior.Así tal vez se comprenda por qué al Assad aceptó la propuesta de paz de la ONU, que le fue transmitida por el exsecretario Kofi Annan. Ella, en realidad, no supone concesiones que hagan peligrar el mantenimiento de al Assad en el poder. Sus seis puntos se refieren a abrir un canal de interlocución permanente entre el Gobierno y la ONU; a suspender todo tipo de acciones militares, incluidas las de la oposición; a dar plena libertad de información a los medios de comunicación internacionales; asegurar la provisión oportuna de asistencia humanitaria a todas las zonas afectadas por los combates, y con este fin, como medidas inmediatas, aceptar y poner en práctica un programa diario de dos horas de ‘pausa humanitaria’; liberar a las personas detenidas arbitrariamente o por razones políticas; y respetar la libertad de asociación y el derecho a manifestarse pacíficamente.Además, estos seis puntos fueron aceptados por Rusia y China, apoyos importantes de al Assad para permanecer en el poder y socios estratégicos de negocios, por lo que el dictador tenía poco margen de maniobra.Entonces, con una oposición derrotada y dividida, el cumplimiento de este plan de paz que no implica ningún tipo de transición en el Gobierno, tal parece que la dictadura siria logró, a punta de sangre y fuego, hacer marchitar a la ‘primavera árabe’ en su territorio.Un mal precedente que, dadas las circunstancias, tampoco será suficiente para lograr una paz duradera.

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