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La otra cara de la libertad

"...Es la historia que se repite para Europa cada cierto tiempo, y que ha llevado a que Francia, España, Inglaterra e Italia, hayan adoptado drásticas medidas migratorias, obligadas entre otras razones por la recesión que padecen sus economías".

16 de abril de 2011 Por:

"...Es la historia que se repite para Europa cada cierto tiempo, y que ha llevado a que Francia, España, Inglaterra e Italia, hayan adoptado drásticas medidas migratorias, obligadas entre otras razones por la recesión que padecen sus economías".

Mientras se concretan las revueltas libertarias en el Norte de África, Europa es víctima de la convulsión que vive desde hace dos meses el mundo árabe. La oleada migratoria hacia el viejo continente, una de las mayores en los últimos 20 años, tiene en jaque a países como Italia, y ha revivido el debate sobre cómo manejar un problema que, ya se sabe, tiene mayúsculos efectos sociales y económicos.Lampedusa es ejemplo de lo que está aconteciendo. A la isla siciliana han llegado desde el mes de marzo 28.000 inmigrantes huyendo de los conflictos en Túnez, Egipto y Libia. La isla es el lugar de escala, el de más fácil acceso por su cercanía con África en la carrera hacia países como Francia.La población de Lampedusa, que no supera los cinco mil habitantes, protesta y exige soluciones de su gobierno y del resto de la Unión Europea. “Para los yanquis, el petróleo; para los franceses, el gas; para nosotros, los inmigrantes”, repite en lugares públicos, en medio de cacerolazos. Al día llegan entre dos y tres embarcaciones desde el norte africano, con hasta 300 personas. No hay refugios suficientes para acogerlos, ni comida para alimentarlos o recursos para brindarles atención primaria. Es el problema inmediato que se le exige resolver a Europa, a la que le piden abrir sus fronteras, acoger las oleadas de migrantes y brindarles protección. La opción inicial ha sido negociar con sus países de origen el retorno voluntario, como se adelanta con Túnez, bajo promesas de apoyo económico de la UE. Pero están los libios, que no tienen cómo regresar a su país hundido en una guerra civil. Y los tunecinos y egipcios que se niegan a dar marcha atrás aunque soplen nuevos vientos en sus países. Ellos buscan la oportunidad de una vida diferente, así huir de sus naciones les signifique una ruptura cultural de grandes dimensiones o disgregar a sus familias. O deambular por el mundo, realizando trabajos miserables, mientras le huyen a la repatriación. Es la historia que se repite para Europa cada cierto tiempo, y que ha llevado a que Francia, España, Inglaterra e Italia, hayan adoptado drásticas medidas migratorias, obligadas entre otras razones por la recesión que padecen sus economías. Ahora, la disyuntiva es abrir de nuevo las fronteras, y “repartirse la carga”, como lo pidió el ministro del interior italiano, Roberto Manroni. Es la consecuencia de la búsqueda de la libertad. Y a ello no parecen dispuestos otros países, que a través de voceros como los ministros del Interior de Suecia y Alemania consideran que aún no hay una crisis de refugiados y es mejor que “no la provoquemos hablando del tema”.La realidad está ahí, con lo barcos llenos de inmigrantes que siguen llegando, y con miles de libios esperando huir hacia Europa. La alternativa no puede ser ignorarlos, sino “encontrar soluciones justas y duraderas que respeten los derechos de los inmigrantes”, como pide el comisario europeo para los Derechos Humanos, para quien está demostrado que “prácticas demasiado restrictivas no han permitido ni permitirán detener los flujos migratorios... Estas sólo ponen vidas en peligro”.

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