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La otra amenaza

"De las diversas consecuencias que desata el cambio climático, aquellas que conspiran contra la salud del Planeta resultan cada vez más evidentes y preocupantes. Zika, chikungunya y dengue forman parte de las muchas herencias que deja un fenómeno vestido hoy de Niño, mañana de Niña y pasado, quién sabe de qué".

11 de abril de 2016 Por:

"De las diversas consecuencias que desata el cambio climático, aquellas que conspiran contra la salud del Planeta resultan cada vez más evidentes y preocupantes. Zika, chikungunya y dengue forman parte de las muchas herencias que deja un fenómeno vestido hoy de Niño, mañana de Niña y pasado, quién sabe de qué".

De las diversas consecuencias que desata el cambio climático, aquellas que conspiran contra la salud del Planeta resultan cada vez más evidentes y preocupantes. Zika, chikungunya y dengue forman parte de las muchas herencias que deja un fenómeno vestido hoy de Niño, mañana de Niña y pasado, quién sabe de qué.El zika es hoy la cabeza de las preocupaciones. De él, ni siquiera se conoce un número aproximado de infectados. Solo en América Latina podrían ser entre 500 mil y un millón y medio de personas los que ya lo han padecido. Cualquiera que sea el estimativo, resultará corto en una región caracterizada por la escasa cobertura sanitaria y sin registros confiables.A lo anterior hay que agregar la incertidumbre sobre los reales efectos del zika. Microcefalia y Guillain-Barré han surgido en la lista de los efectos que la infección dispara, como tratan de verificar los investigadores. Al igual, falta certeza sobre si estamos ante un virus que mutó hasta hacerse más infeccioso o es fruto de la incursión del Aedes aegypti, el mosquito transmisor, en zonas urbanas donde las condiciones de pobreza e insalubridad le brindan el espacio para multiplicar su radio de acción.Al lado de la alerta máxima que despierta el zika, su hermano mayor, el dengue, sigue un silencioso trabajo de acoso y derribo contra la humanidad, sin que los Estados se detengan lo suficiente en su proyección. Son ya casi 400 millones de personas reportadas en el mundo como afectadas por esa suma de fiebre, dolor de cabeza y afecciones musculares y articulares que no siempre termina bien. Basta decir que cada año, 500 mil casos evolucionan hasta hacerse graves, con consecuencias fatales en unos 12 mil de ellos.Sin entablar una absurda comparación, pero sí en el propósito de jerarquizar obligaciones, la Organización Mundial de la Salud ha advertido que el dengue es mucho más peligroso que el zika porque la población en riesgo es cada vez mayor. Pero también por su potencialidad a evolucionar a formas más complejas que desencadenan hemorragias y fallas orgánicas severas. Eso sin contar los millonarios costos que conlleva enfrentarlo y atender a los afectados, en medio de las políticas nada previsivas de Estados generalmente pobres.Que el dengue se ha propagado como pocas enfermedades lo demuestra el hecho de que en 45 años pasó de ser un asunto de cuidado en nueve países a figurar hoy en agenda de primer nivel de 128 naciones, donde ya ha hecho presencia. Por eso, las formas de combatirlo no pueden seguir siendo dispares y aisladas, como suelen ser en la actualidad, más aún cuando el tratamiento con pesticidas no golpea con contundencia al verdadero enemigo, el Aedes aegypti, el mismo transmisor del zika.En cambio, las experiencias de tareas comunitarias de limpieza y prevención para enfrentarlo dejan mayores dividendos, contra él y frente a zika y chikungunya. Todo, a la espera de que la ciencia encuentre el antídoto, una vacuna que hoy por hoy, urgen cuatro mil millones de personas, es decir, uno de cada dos habitantes del planeta, amenazados por el dengue.

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