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La locura en Filipinas

"Sin duda, el presidente de Filipinas está abusando de su poder. Pero si algo debe quedar claro es que Rodrigo Duterte es mucho más que un tipo exótico y lenguaraz que actúa con despotismo en su país".

26 de octubre de 2016 Por:

"Sin duda, el presidente de Filipinas está abusando de su poder. Pero si algo debe quedar claro es que Rodrigo Duterte es mucho más que un tipo exótico y lenguaraz que actúa con despotismo en su país".

Con el anuncio del divorcio de su país con los Estados Unidos y la unión de hecho que plantea con la República Popular China, el presidente filipino Rodrigo Duterte ha llegado más lejos de los cálculos pesimistas que se temían. Esa es otra muestra de los alcances de un hombre que en cuatro meses de gobierno ha dejado claro que lo suyo son el autoritarismo y el populismo. La cumbre de su estilo la mostró el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, cuando anunció su alineación con China, rival tradicional de los filipinos. Es su respuesta a las críticas del antiguo aliado de su nación a su manera de violar los Derechos Humanos y ordenar el asesinato de seres humanos, así sean criminales.La declaración del mandatario podría alterar muchas cosas. Una de ellas, el sensible mapa geopolítico de la región. Son muchas las incertidumbres que siembra un hombre que se proclama émulo de Adolfo Hitler, las cuales bien podrían llevar a un conflicto en la región. Y son más que palabras, si se tienen en cuenta las 3400 ejecuciones extrajudiciales desde que asumió la presidencia, parecidas a lo que hizo cuando era alcalde de Davao.Claro que hay un trecho inmenso entre sus palabras “me he separado de ellos, Estados Unidos, así que dependeré de ustedes, China, durante largo tiempo”, y las realidades políticas y comerciales. Por más popularidad que Duterte tenga a su favor (un 76% de la población dice estar satisfecha con su gestión, en especial la política a sangre y fuego contra la inseguridad, reducida ahora en un 49%), no puede olvidar el carácter de los filipinos, la relación entre las Fuerzas Armadas de ambas naciones o la relación comercial con los Estados Unidos.Además, la afirmación de ‘El Castigador’, como le llaman, de que su desafecto hacia EE.UU. tiene el verdadero propósito de mirar más hacia la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), e integrarse con ellas, es una mentira inmensa. Ni Corea del Sur ni Japón harán allí eco alguno.Otra cosa es Pekín, aunque hay que ver hasta qué punto. Por ahora, los chinos andan de pesca en río revuelto, como el congelamiento que decretó Duterte a la decisión de una corte de arbitramento de La Haya a favor de Manila en el litigio territorial en el mar del sur de China.Está visto que no será la única entrega de soberanía a la que él está dispuesto, con tal de no tener que entregar cuentas de sus arbitrariedades. Es en este punto donde la República Popular China deberá discernir sobre el papel que debe jugar en este ajedrez. Si girar un cheque en blanco a un intemperante que quizás mañana lo abandone, o tomar distancia de un hombre dispuesto hoy a congraciarse, y mañana, como lo ha dicho, armar a su país para quizás convertir la calma chicha de la región en una guerra.Sin duda, el presidente de Filipinas está abusando de su poder. Pero si algo debe quedar claro es que Rodrigo Duterte es mucho más que un tipo exótico y lenguaraz que actúa con despotismo en su país. Por ahora tiene el control de una nación de gran peso en el delicado equilibrio geoestratégico de Asia.

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