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La lista roja

Ya hay 20 zonas analizadas en los cinco continentes, que empiezan a dar luces sobre el grado de deterioro de espacios donde se genera y conserva la vida. El panorama no es alentador, pero indica que hay posibilidad de detener los daños y hacer una labor de recuperación si se pasa de la retórica a la acción.

17 de agosto de 2013 Por:

Ya hay 20 zonas analizadas en los cinco continentes, que empiezan a dar luces sobre el grado de deterioro de espacios donde se genera y conserva la vida. El panorama no es alentador, pero indica que hay posibilidad de detener los daños y hacer una labor de recuperación si se pasa de la retórica a la acción.

El Mar de Aral, entre Usbekistán y Kasajztán, es ejemplo del desastre al que se puede llevar un ecosistema. El que hace 50 años era el cuarto lago más grande del mundo redujo su caudal en un 75% y hoy no tiene ni la mitad de su tamaño original. Es el primero en un mapa de riesgo que se adelanta para clasificar las reservas naturales que han colapsado o están por hacerlo, y que será guía para emprender acciones que las salven para bien de la humanidad.Así como hay una lista roja de especies en vías de extinción, desde la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en España, se adelanta la elaboración de un inventario de los ecosistemas del planeta para saber su condición actual. Ya hay 20 zonas analizadas en los cinco continentes, que empiezan a dar luces sobre el grado de deterioro de espacios donde se genera y conserva la vida. El panorama no es alentador, pero indica que hay posibilidad de detener los daños y hacer una labor de recuperación si se pasa de la retórica a la acción.Los cultivos de algodón que impulsó la antigua Unión Soviética en 1960 se convirtieron en el enemigo del Mar de Aral, el primero de los ecosistemas que ya se clasificó en la máxima categoría, la de colapsados. Para hacer el riego se usó el caudal de los ríos que lo abastecían, se desviaron cauces, se ganó terreno para aumentar el área sembrada y la población de la zona pasó de 14 a 25 millones de personas que demandaban más servicios. Nadie previó el daño ambiental, ni se planificó para garantizar una producción sostenible, en la que los beneficios económicos no fueran en contravía de la naturaleza. Hoy esa fuente de agua de la que se sacaban 40.000 toneladas de peces al año y que con sus lagos secundarios y pantanos sumaba un área de 500.000 hectáreas de tierras húmedas es recuerdo en fotos. Se acabó la pesca artesanal, desaparecieron 38 de las 40 especies de la zona y se recrudecieron el invierno y el verano aumentando el número de víctimas cada año.Hacia esa categoría de colapso o peligro crítico van ecosistemas como los arrecifes de coral del Mar Caribe; así como bosques, pantanos, lagos y praderas en África, Europa, Norteamérica y Asia. Sin ir más lejos, en Colombia los nevados desaparecerán en menos de 30 años y los bosques tropicales han disminuido de tal manera que pueden entrar en la categoría de peligro. Los bosques húmedos de la Amazonía que entre sus funciones no solo regulan el agua de la región sino el de toda la cordillera andina, disminuyen cada año a ritmo frenético.La lista roja de los ecosistemas no pretende ser un inventario que genere pánico por la destrucción a la que se somete el medio ambiente. Es un llamado de atención para emprender las acciones que se necesitan, como hacer una planificación sobre el uso de las tierras que permita ventajas económicas y sostenibilidad ambiental; una relación más estrecha entre la comunidad y sus recursos naturalezas y programas de recuperación aplicables. La humanidad tiene la responsabilidad de proteger y conservar sus especies así como los espacios donde habitan.

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