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La iglesia de Francisco

"Hoy, cuando 1200 millones de católicos conmemoran la instauración del sacerdocio y la eucaristía, es un buen momento para reflexionar sobre el papel de la Iglesia en el mundo actual y sobre los retos que enfrenta una de las instituciones más respetadas en el Planeta y en Colombia".

24 de marzo de 2016 Por:

"Hoy, cuando 1200 millones de católicos conmemoran la instauración del sacerdocio y la eucaristía, es un buen momento para reflexionar sobre el papel de la Iglesia en el mundo actual y sobre los retos que enfrenta una de las instituciones más respetadas en el Planeta y en Colombia".

Hoy, cuando 1200 millones de católicos conmemoran la instauración del sacerdocio y la eucaristía, es un buen momento para reflexionar sobre el papel de la Iglesia en el mundo actual y sobre los retos que enfrenta una de las instituciones más respetadas en el Planeta y en Colombia.Entonces es imprescindible pensar en la labor desempeñada por Jorge Bergoglio. El papa Francisco llegó hace tres años al Vaticano para sorprender a católicos y no católicos con un estilo que en un principio parecía cándido, pero que ha demostrado corresponder a una filosofía de amor a Dios y amor a los hombres que ha sacudido los cimientos de una religión que por momentos amenazaba con caer presa de los vicios humanos.Ello explica el abierto rechazo que Francisco expresó contra el poder desde el mismo día en el que fue escogido como el sucesor del renunciado Benedicto XVI. No quiso más títulos que el de obispo de Roma, ubicó su residencia en la menos ostentosa Santa Marta y se negó a movilizarse en un sofisticado papamóvil que lo mantuviera lejos de los niños, los ancianos y los enfermos.Solo cambios de forma, podría decirse. Pero lo cierto es que los fieles católicos y el mundo en general se han encontrado con un papa que no ha tenido problema en darles la cara a los problemas de la Iglesia. Además de hacerle frente a los escándalos de pederastia clerical, ha sido enfático en decirles a los obispos que no se dejen tentar por la indiferencia y la autorreferencialidad, así como en criticar a las parroquias que se han convertido en lugares de negocio.Algunos dicen que el argentino gusta mucho de la imagen y que sabe sacarle partido a su capacidad de oratoria. Otros lo acusan de ir más allá de los límites políticos de la Santa Sede. Pero tal parece que su carisma y su humildad han sido herramientas básicas para cumplir su sueño de arquitecto de la fe: construir puentes más allá de religiones e ideologías.Esta semana el mundo vio cómo en Cuba, con la visita del presidente Barack Obama a su homólogo Raúl Castro, se consolidó una de las tareas que se propuso Francisco al inicio de su pontificado. Porque no se puede olvidar que él, siguiendo el camino marcado por Juan Pablo II, estuvo detrás de los acercamientos que llevaron al restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington.Semana antes, también en Cuba, Bergoglio le había dado un abrazo al patriarca Cirilo, tras más de mil años de distanciamiento con la Iglesia Ortodoxa. Y el año pasado, con menos éxito, intentó influir en el conflicto entre israelítas y palestinos, reconociendo a Palestina como Estado. Pero también está claro que su inclinación por la diplomacia no le ha impedido pronunciarse con vehemencia contra la muerte de migrantes en el Mediterráneo y la violencia yihadista, que este mes causó la muerte de cuatro religiosas a las que calificó de “mártires de la indiferencia”.Así es la iglesia de Francisco, el heredero del trono de San Pedro. Un Papa que parece dispuesto a agotarse física y mentalmente en el propósito de hacer del catolicismo no la única ni la mejor iglesia, sino el espacio espiritual en el que Jesús se hace misericordia para devolverles la vida a los pobres, los desvalidos y los rechazados, incluyendo allí a la propia naturaleza, cuya importancia ha intentado rescatar con la encíclica Laudato Sí, un grito de fe que clama por el cuidado de “la casa común”.

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