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La guerra de la vergüenza

"Y la verdad, aparte del derrocamiento del gobierno talibán, es que la ocupación no ha conseguido ninguno de sus objetivos. Lo que ha acontecido es una sucesión de gobiernos corruptos, que han servido para mostrar la cara más fea de la democracia..."

19 de marzo de 2012 Por:

"Y la verdad, aparte del derrocamiento del gobierno talibán, es que la ocupación no ha conseguido ninguno de sus objetivos. Lo que ha acontecido es una sucesión de gobiernos corruptos, que han servido para mostrar la cara más fea de la democracia..."

Desde el 7 de octubre de 2001, la ONU dio vía libre a la invasión de Afganistán, como una respuesta a los atentados del 11 de septiembre de ese año contra las torres gemelas en la ciudad de Nueva York.Fuerzas de Estados Unidos y la Otan actuaron conjuntamente hasta sacar del poder al gobierno de los talibanes, al que suponían aliado de Al Qaeda y protector de su máximo dirigente, Osama Bin Laden. Pero al igual que sucedió con la errada invasión a Iraq, ni las tropas de Al Qaeda ni Bin Laden se refugiaban en aquel país.En vez de reconocer el error, las fuerzas militares occidentales decidieron permanecer en suelo afgano con el propósito de expulsar a los radicales islámicos, proteger los derechos de la mujer e instaurar la democracia. Diez años después, alrededor de 100 mil soldados extranjeros se encuentran en Afganistán tratando de cumplir con una tarea ya imposible. Primero porque la población afgana ha rechazado siempre la presencia de tropas extranjeras en su territorio. Desde las épocas de Alejandro Magno, todos los ejércitos de ocupación han sido derrotados en sus montañas, incluyendo a los ingleses, soviéticos y ahora a norteamericanos y europeos. Segundo, porque los afganos son musulmanes fervientes y para ellos no hay nada que pueda remplazar a la ‘sharia’ o ley basada en los preceptos del Corán. Convencerlos de que la democracia occidental es superior a la ley islámica resulta tan imposible como convencer a una secta cristiana del cinturón bíblico de los Estados Unidos, de que la teoría darwiniana de la evolución es superior a la explicación que la Biblia trae para el origen del hombre. Pero, además, nadie puede entender cómo una potencia se empeña en una guerra de ocupación, por más de una década, para sostener un principio tan abstracto.Y la verdad, aparte del derrocamiento del gobierno talibán, es que la ocupación no ha conseguido ninguno de sus objetivos. Lo que ha acontecido es una sucesión de gobiernos corruptos, que han servido para mostrar la cara más fea de la democracia, la alianza con jefes tribales dedicados a la producción y comercialización de opio y heroína y el fortalecimiento de los grupos talibanes empeñados en la resistencia a la agresión extranjera.Ahora el gobierno tiene al frente a Karzai, elegido tras gigantesco fraude que, ante los últimos sucesos, amenaza con volverle la espalda a sus aliados y sostenedores. Los hechos críticos que han precipitado los acontecimientos son la quema de libros del Corán y el asesinato de 16 civiles por acción de un militar estadounidense. Uno y otro hecho, dramáticos y criminales, no obedecen a órdenes de los mandos norteamericanos: son producto del desespero y descontrol de las tropas que, tras más de una década de esfuerzos no logran ganarse a la población ni derrotar a los rebeldes.Lo que sí esta claro es que los militares de los Estados unidos que se juegan el pellejo en suelo afgano tampoco saben por qué lo están haciendo. Y nada podrá aclarar su situación mientras estén de por medio las elecciones presidenciales en su país.

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