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La dictadura de Venezuela

uego de las maniobras del Tribunal Supremo de Jursticia de Venezuela, la situación sigue siendo la misma. Ese país es víctima de la dictadura abierta y descarada que acaba con sus libertades, persigue al periodismo y pisotea la Constitución que creó el fundador de la denominada revolución bolivariana.

2 de abril de 2017 Por: Editorial .

Luego de las maniobras del Tribunal Supremo de Jursticia de Venezuela, la situación sigue siendo la misma. Ese país es víctima de la dictadura abierta y descarada que acaba con sus libertades, persigue al periodismo y pisotea la Constitución que creó el fundador de la denominada revolución bolivariana.

El jueves pasado, en horas de la noche y luego de que el Consejo Permanente de la OEA analizara la situación de Venezuela, el Tribunal emitió dos sentencias mediante las cuales arrebató a la Asamblea Nacional sus facultades, autorizó al gobierno a crear asociaciones para explotar petróleo sin el lleno de los requisitos, le quitó el fuero constitucional a los diputados y otorgó poderes absolutos al presidente Nicolás Maduro para usarlos a discreción, incluida la potestad de abolir las elecciones. Eso se llama dictadura.

El Tribunal no tomó las decisiones por razones jurídicas ni basado en razones legales y constitucionales. Lo hizo sí motivado o presionado por razones políticas, en este caso, completar la toma absoluta del poder para instaurar el comunismo y defender la corrupción de las cabezas del régimen. Eso se llama golpe de Estado.

Ante la gravedad de los hechos la reacción no se hizo esperar. Desde todas partes del mundo, los gobiernos democráticos, las organizaciones internacionales y los medios de comunicación denunciaron la grotesca maniobra que borró de un tajo las funciones de una Asamblea. Y desde adentro del régimen chavista, la Fiscal General rechazó las decisiones, desatando una crisis interna que destapa la verdad de lo que acontece entre los dueños del poder en Venezuela.

La presión internacional, sumada a la posición del Fiscal y la reacción de muchos sectores de ese país llevaron al régimen a rectificar mediante otra sentencia que tampoco se basa en consideraciones jurídicas. Son actos políticos de un Tribunal sin independencia que en menos de tres horas cambió sus decisiones, demostrando así que no es un poder soberano ni el Supremo sino un triste apéndice de la dictadura comunista respaldada y promovida por el Ejército.

Ese es el sainete que protagonizan los herederos de Hugo Chávez en Venezuela. Mientras tanto, el pueblo venezolano padece la peor tragedia política, humanitaria, social y económica de su historia. Las calles son escenario de muerte, la corrupción y el narcotráfico se pasean por todas partes y los periodistas que cuentan lo que ocurre son agredidos a patadas por los militares que cumplen la misión de amedrentar y silenciar a la prensa libre.

Es la destrucción de la democracia que mañana debe ser revisada con decisión y cuidado por la OEA en la sesión extra convocada por su Secretario General. Allí deben tomarse decisiones y aplicar la Carta Democrática, no contra Venezuela sino contra la dictadura que no ha terminado, así rectifiquen los jueces que le tuercen el cuello a la Constitución cuando les ordenan.

Venezuela necesita rescatar su democracia y América está obligada a ayudar en ese objetivo. No puede ser posible que el continente siga tolerando la tragedia que viven los venezolanos, los abusos de la dictadura y el abandono del mundo.

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