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La dictadura de Nicaragua

Como era de esperarse Daniel Ortega será presidente de Nicaragua por cinco años más. Las elecciones amañadas que durante meses preparó y en las cuales no tuvo oposición seria, le acaban de entregar su tercera reelección consecutiva.

8 de noviembre de 2016 Por:

Como era de esperarse Daniel Ortega será presidente de Nicaragua por cinco años más. Las elecciones amañadas que durante meses preparó y en las cuales no tuvo oposición seria, le acaban de entregar su tercera reelección consecutiva.

Como era de esperarse Daniel Ortega será presidente de Nicaragua por cinco años más. Las elecciones amañadas que durante meses preparó y en las cuales no tuvo oposición seria, le acaban de entregar su tercera reelección consecutiva.La abrumadora mayoría alcanzada demuestra que su tarea de extinguir la oposición con abusos y leguleyadas cumplió el cometido. Así, su país consolida una tiranía familiar de carácter indefinido. Otro caso en América Latina en el que la obsesión por mantenerse en el poder y de instaurar mesianismos que destruyen la democracia raya en lo enfermizo.En ese sentido, los Ortega Murillo encabezan todas las clasificaciones, como exponentes de obsesiones comunes al Alba fundado por Hugo Chávez. Los alcances de Rosario, su mujer, en el manejo de los asuntos públicos y en la incidencia sobre las decisiones de su marido no tienen parangón, hasta representar el gran poder en el ejercicio presidencial. Las posibilidades de que ese mandato se vuelva vitalicio y hereditario a sus hijos son reales. Aparte de fungir como asesores a cargo del erario, ellos administran buena parte de los negocios más prósperos. Desde el canal transoceánico en asocio con capital chino. Y la televisión, la radio y las comunicaciones, fundamentales en el control que ejerce el régimen sobre la sociedad nicaragüense.Pero ocurre que Ortega y Compañía, la empresa que mal administra su nación tal cual lo hizo el siglo pasado la dinastía de los Somoza, contra la que el hoy presidente luchó desde el sandinismo, no está sola. Por el contrario, tiene grandes aliados en sectores que antes le resultaban adversos. Uno de ellos, la iglesia católica. Otro, el capital y los intereses transnacionales de los cuales denigró en el pasado.Hombre de fe hoy, Daniel Ortega hizo las paces con Monseñor Miguel Obando y consiguió más que la bendición nupcial, tras convertirse en persecutor del aborto y del matrimonio homosexual. Los negocios también sedujeron a algunos empresarios e industriales que, sin reato, han admitido convivir con quien antes era su enemigo de todas las horas. Esos apetitos explican los indicadores oficiales que hablan de crecimiento sostenido de la economía en los últimos cinco años. Poco importa que buena parte de ese progreso se inició con los millones de dólares del movimiento bolivariano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro que inundaron el proyecto político de Ortega para que sostuviera en efectivo el respaldo popular. Es con esa misma lógica, la de pagar por anticipado, que los Ortega Murillo, sin disparar un tiro han hecho suyos los demás poderes y desdibujado la oposición. Y será esa misma la hoja de ruta, incluidas las consignas nacionalistas y la disputa con Colombia, la que guiará a Nicaragua en los cinco años que se cuentan a partir de ahora, con opción de renovación para otros tantos.Sin embargo, si hay algo peligroso en lo que acaba de suceder, es que sirva de precedente y aliento. Porque en Venezuela, Ecuador y Bolivia esa misma idea hace camino. La de hacer de sus países feudos que Daniel Ortega y familia detentan en Nicaragua.

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