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La Cumbre que no fue

Aunque la reunión fue anunciada por la Canciller de Venezuela, Uruguay, país que preside la Unasur, la desmintió rápidamente. Se aplazó así la búsqueda de una salida decente a quienes se les han desconocido sus derechos humanos y han sido perseguidos por su origen.

16 de septiembre de 2015 Por:

Aunque la reunión fue anunciada por la Canciller de Venezuela, Uruguay, país que preside la Unasur, la desmintió rápidamente. Se aplazó así la búsqueda de una salida decente a quienes se les han desconocido sus derechos humanos y han sido perseguidos por su origen.

Un mes después de iniciado el incidente de la frontera colombo venezolana, se frustró una cumbre de los jefes de Estado de la Unión de Naciones Suramericanas para analizar la situación y, se supone, tratar de mediar en la búsqueda de la solución a un diferendo tan sorpresivo como enojoso. Con ello se esperaba poner término a una circunstancia en la que los colombianos han sido víctimas del maltrato del régimen de Venezuela.Aunque la reunión fue anunciada por la Canciller de Venezuela, Uruguay, país que preside la Unasur, la desmintió rápidamente. Se aplazó así la búsqueda de una salida decente a quienes se les han desconocido sus derechos humanos y han sido perseguidos por su origen. Aunque se traten de justificar en la lucha contra el contrabando en la frontera, tolerado por muchos años, las acciones del gobierno de Nicolás Maduro aún no parecen tener explicación sensata.Y mucho menos, cuando esa persecución se ha extendido a Caracas y a otros sitios alejados de la zona fronteriza, donde Maduro declaró el Estado de Excepción, sin duda motivado por razones que tienen relación directa con el proceso electoral de su país. De esa persecución han sido víctimas tanto los radicados en el Estado Zulia, donde sus casas fueron marcadas y ellos fueron expulsados, dividiendo familias y atropellando a miles de niños, como quienes recibieron cédulas de ciudadanía venezolana y participaron en elecciones.Tan grave ha sido el atropello que muchos venezolanos han rechazado los procedimientos por ilegales y violadores del Derecho Internacional. Y están llevando a un preocupante estado de sensibilidad las relaciones, al punto en que los embajadores han sido retirados y crecen los temores de un conflicto. Ahora, los sobrevuelos ilegales de aviones de la fuerza aérea venezolana sobre territorio colombiano aumentan las razones de confrontación. Qué motivación tengan esos vuelos, verdaderos retos para Colombia, sólo lo saben las altas esferas del poder en Venezuela.Esos son los temas que deberían tratarse en la frustrada reunión de Unasur. Colombia reconoce el derecho soberano de Venezuela a tomar medidas internas para combatir la delincuencia y tratar de defenderse de la debacle producida por su mal gobierno, la corrupción y la tolerancia con el crimen. Lo que nunca consentirá, es que a los colombianos se les persiga, se les desconozcan sus derechos y se les use para crear un clima hostil, con intenciones partidistas o con el propósito de producir reacciones patrioteras que oculten el fracaso del régimen.Eso es lo que deben saber y conocer los Presidentes de Unasur. No entenderlo así, sería aceptar que las relaciones internacionales y el trato a los vecinos se desvíen de su cauce en busca de conseguir solidaridades. Y que las personas pueden ser víctimas del atropello, el señalamiento y la persecución injusta y degradante a los que son sometidos por el régimen de Maduro. Ojalá, cuando pueda realizarse la cumbre, esta sirva para resolver la crisis humanitaria que el gobierno de Venezuela ha producido entre miles de colombianos.

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