El pais
SUSCRÍBETE

La cumbre de las dudas

Llegó Donald Trump a Europa. Y antes que ratificar las estrechas y sin duda interesadas alianzas con el viejo continente, lo que se produjo debió dejar preocupado a todo el mundo.

29 de mayo de 2017 Por: Editorial .

Llegó Donald Trump a Europa. Y antes que ratificar las estrechas y sin duda interesadas alianzas con el viejo continente, lo que se produjo debió dejar preocupado a todo el mundo.

La cumbre de los siete países más industrializados celebrada en Taormina, Italia, concluyó con resultados que pueden ser considerados decepcionantes para Europa y Occidente. Las declaraciones de la Presidenta alemana demuestran que esta primera cumbre del G-7 con la presencia del nuevo Presidente de Estados Unidos, fue muy distinta a las anteriores.

Los recelos entre los líderes afloraron. “Los europeos tenemos que tomar el destino en nuestras manos”, dijo Ángela Merkel al término de la cumbre, confirmando que quedaron rotos varios puentes entre países que han sido aliados por sesenta años.

“Los tiempos en los que podíamos depender de otros, hasta cierto punto han terminado”, enfatizó Merkel. Las razones quedaron a la vista. El Presidente de Estados Unidos evitó sumarse a los esfuerzos para combatir el cambio climático y por primera vez en las reuniones del G-7 no hubo consenso sobre este aspecto.

Y en su cita en Bruselas, Trump planteó reparos a los europeos en materia de políticas de inmigración y asilo y cuestionó a los alemanes por su superávit comercial con los Estados Unidos. Al calificarlos a sus aliados germanos de “malos, muy malos,” revivió la imagen de su rechazo a un apretón de manos con la señora Merkel en su visita a Washington.

Las diferencias quedaron en evidencia con las declaraciones de la Canciller alemana, quien calificó las negociaciones sobre el clima y la negativa de Washington de respaldar los acuerdos de París como “muy difíciles por no decir insatisfactorias”.

Y aunque se ha querido mostrar como un triunfo que Estados Unidos no abandonase aún los compromisos adquiridos en el 2015 en París, quedó claro que Trump es reacio a pensar en el mundo, consecuente con su propuesta de campaña, America’s first.

En lo que sí hubo consenso fue en buscar la forma de disuadir a Corea del Norte. Asimismo, se analizó el fortalecimiento de la lucha contra el Estado Islámico. Sin embargo, la cita de Bruselas fue una oportunidad para que Trump regañara a los miembros de la Otan que no pagan sus aportes y a Europa en general por dedicar sólo el 2% de sus presupuestos a la seguridad.

En el documento final se menciona el compromiso y la determinación para continuar con la lucha contra el “extremismo violento” y se enfatiza la importancia de fortalecer la seguridad en internet. En cuanto a lo comercial, se aboga por mantener abiertos los mercados pero se propone mantener la firmeza contra “todas las prácticas comerciales injustas”.

Después del mal sabor que deja la cumbre de Taormina, la expectativa se concentra en la próxima cumbre del G-20 en Alemania y las nuevas ocurrencias del presidente de los Estados Unidos sobre el mundo. Lo que sí parece claro es que la alianza con Europa pasa por su peor momento debido al presidente Trump, al punto en que ya se piensa que la idea de un Occidente sólido y defensor del libre comercio son cosas del pasado.

AHORA EN Editorial