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La Cumbre de las angustias

"Se acabaron entonces las épocas de bonanza, de derroche y de endeudamiento sin fin con el cual montaron verdaderos castillos de naipes en Grecia, Irlanda, Portugal, España o Italia. Ahora se habla de ayudas para salvar a Europa, mientras los países de la UE en problemas tratan de separar su deuda soberana de la borrasca que afecta a sus bancos".

20 de junio de 2012 Por:

"Se acabaron entonces las épocas de bonanza, de derroche y de endeudamiento sin fin con el cual montaron verdaderos castillos de naipes en Grecia, Irlanda, Portugal, España o Italia. Ahora se habla de ayudas para salvar a Europa, mientras los países de la UE en problemas tratan de separar su deuda soberana de la borrasca que afecta a sus bancos".

En Los Cabos, un remoto balneario de México, ubicado en Baja California, termina hoy la Cumbre del Grupo de los 20, o G-20 como se denomina el exclusivo club donde se dan cita las economías más poderosas del planeta. A juzgar por el contenido de las discusiones, esta vez no parece ser la Cumbre del esplendor de otras épocas, cuando se hablaba de cómo repartir la exuberante riqueza de la primera década del Siglo XXI.El foro multilateral que reúne a cerca del 90% del PIB global, 80% del comercio mundial y dos terceras partes de la población, es considerado el espacio informal de concertación económica más importante en la actualidad. Si bien se abrieron espacios para que el Presidente de los Estados Unidos conversara con su homólogo de Rusia y lo convenciera de hacer un llamado a cesar la guerra en Siria, lo que ahora se habla es de la crisis en que está inmersa la economía europea y el impacto que está produciendo en los otros 19 miembros del G-20.Todo está signado entonces por la debacle económica que puede arrasar con la Unión Europea. Ahora ya no se habla de la ayuda contra la pobreza ni del cuidado del medio ambiente. Tan delicada es la situación, que hasta los países emergentes intervienen para aportar a salvar la economía europea, el euro y la integración. Por eso se anuncia el fortalecimiento del Fondo Monetario Internacional hasta una suma superior a los US$900.000 millones, como colchón de seguridad que permita recuperar la confianza en los mercados mundiales, hoy golpeada con fuerza por la desconfianza y la avidez de lucro de los especuladores.“Vamos a trabajar con nuestros socios europeos y con todos los países para asegurarnos de que estamos contribuyendo a que la economía crezca, la situación se estabilice y vuelva la confianza a los mercados”, fueron las palabras de Barack Obama. Es la respuesta a las exigencias de Alemania para apretar aún más las débiles y en algunos casos moribundas arcas de las naciones europeas. En otros términos, el desarrollo y el crecimiento versus la austeridad espartana y el ahorro para pagar a los acreedores fue lo que se discutió en México.Es decir, la amarga receta que se inventaron en el pacto de Washington en los años 90 y que el FMI aplicó a América Latina durante su crisis, ahora se sienta a manteles en la encopetada Europa, donde esa entidad no era siquiera tenida en cuenta. Se acabaron entonces las épocas de bonanza, de derroche y de endeudamiento sin fin con el cual montaron verdaderos castillos de naipes en Grecia, Irlanda, Portugal, España o Italia. Ahora se habla de ayudas para salvar a Europa, mientras los países de la UE en problemas tratan de separar su deuda soberana de la borrasca que afecta a sus bancos.Llegó la hora de pagar, o mejor, de exigir el auxilio de los emergentes que aprovechan el encuentro para reclamar más poder representado en más escaños en la Junta Directiva del Fondo. Es la Cumbre de las angustias, desde donde se lanzan llamados para tratar de detener una crisis que aún no toca fondo y amenaza con desquiciar el equilibrio económico y político del planeta.

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