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La autodestrucción

"...Durante una semana entera, hordas de jóvenes han saqueado almacenes, bloqueado calles y enfrentado a la policía. Convocándose unos a otros a través de los celulares y las redes sociales de internet, muchachos y muchachas de las clases medias londinenses se han entregado a un frenesí de destrucción y pillaje que ha puesto en jaque a las autoridades...".

15 de agosto de 2011 Por:

"...Durante una semana entera, hordas de jóvenes han saqueado almacenes, bloqueado calles y enfrentado a la policía. Convocándose unos a otros a través de los celulares y las redes sociales de internet, muchachos y muchachas de las clases medias londinenses se han entregado a un frenesí de destrucción y pillaje que ha puesto en jaque a las autoridades...".

El confuso incidente ocurrido en Totemhan, en el que resultó muerto Mark Dugann, un ciudadano afrodescendiente, generó una protesta pacífica y luego una explosión incontrolable de vandalismo en varias ciudades inglesas.Durante una semana entera, hordas de jóvenes han saqueado almacenes, bloqueado calles y enfrentado a la policía. Convocándose unos a otros a través de los celulares y las redes sociales de internet, muchachos y muchachas de las clases medias londinenses se han entregado a un frenesí de destrucción y pillaje que ha puesto en jaque a las autoridades y ha rebasado la capacidad de respuesta de las fuerzas policiales.Lo que sorprende es que no se trata de un movimiento de rebeldía juvenil que se proponga metas políticas. No hay un propósito reformista tras los destrozos causados por los jóvenes británicos. De hecho, los actos no responden a ningún centro de mando, ni reconocen alguna jerarquía. No están contra el gobierno, pero evidentemente, dado el carácter masivo de los acontecimientos y la solidaridad de individuos de diverso origen social, constituyen una protesta social que no puede ser ignorada.La BBC recogió algunos testimonios entre los jóvenes violentos: “Hemos sido ignorados. Quiero que mi voz se oiga y eso no pasa. Voy a causar algo más de daño. Queremos reconocimiento”, dijo uno de los más reflexivos, porque otros, la mayoría, tan sólo se limitaron a afirmar que les “encanta saquear, conseguir cosas gratis”.Mientras esto sucede, las autoridades y la sociedad están perplejas. Y las explicaciones resultan contradictorias. El primer ministro David Cameron considera que todo es un simple caso de delincuencia sin control: “Esto se trata de delincuencia pura y dura. Eso es lo que hemos visto en las calles: el vandalismo y los saqueos son delincuencia y no tenemos ninguna duda. Por eso digo que esas personas serán llevadas a la justicia y pagarán las consecuencias de sus actos”, aseguró.Pero el laborista Ken Livingstone, opositor al gobierno, aduce que “No estoy sorprendido. Durante el último año, oficiales de policía habían estado advirtiendo de que había un riesgo real de violencia. Todos recordamos la experiencia de hace 30 años cuando nos encontrábamos en una profunda recesión y en medio de recortes presupuestarios enormes (...) Creo que el gobierno no ha entendido la escala de los problemas a los que se enfrentan los jóvenes. Si eres mayor y tienes una casa y un auto, todo está bien. Pero hay toda una generación que se enfrenta al futuro más incierto en quizá 100 años”.Entre estos extremos se pueden encontrar multitud de interpretaciones. En términos generales son más prudentes los analistas académicos, quienes piden tiempo para comprender las dimensiones del fenómeno. Pero todos parecen coincidir en que, delincuencia o no, por su escala es un hecho social que requiere de explicaciones que aún no se han dado.Es un movimiento autodestructivo, al que se han opuesto hasta los inmigrantes más pobres. Parece la vuelta del nihilismo y la desesperanza: cuando las cosas no se pueden cambiar es mejor destruirlas, aunque todos perdamos en el proceso.

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