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Juntos por los Farallones

La protección del Parque Natural Farallones y las soluciones a los problemas ambientales y sociales que lo afectan son tareas urgentes.

27 de octubre de 2017 Por: Editorial .

La protección del Parque Natural Farallones y las soluciones a los problemas ambientales y sociales que lo afectan son tareas urgentes. Con la mesa interinstitucional conformada esta semana se espera concretar las acciones que garanticen la conservación de la mayor reserva natural del Valle.

La tarea que espera a los representantes del Ministerio del Medio Ambiente, el Dagma, la Secretaría de Vivienda y Emcali, la Gobernación del Valle, la CVC y la Dirección de Parques Nacionales es ardua. Se trata de unir esfuerzos y recursos para que los Farallones sigan siendo fuente de agua y hogar de los más variados ecosistemas del suroccidente del país.

Si bien hay que reconocer el esfuerzo de las autoridades para acabar con las malas prácticas que afectan a los Farallones, aún falta un buen trecho por recorrer. Uno de ellos, la minería ilegal, se viene combatiendo desde hace un par de años cuando una investigación de El País reveló cómo se estaba socavando el parque, talando sus bosques y desviando las quebradas que alimentan los seis ríos caleños que nacen en sus entrañas.

La presencia del Batallón de Alta Montaña ha impedido que ese negocio ilícito se extienda, mientras sigue pendiente la construcción de los retenes ambientales para controlar el ingreso de maquinarías e insumos para la minería. El reto ahora es convencer a la comunidad para que no haga parte de esa actividad ilegal y más bien se convierta en guardiana de la reserva.

También está sin resolverse el problema de predios dentro del Parque. Entre la desactualización catastral, labor que le corresponde al Municipio, y las trabas puestas desde la oficina de Registro e Instrumentos Públicos, ha sido imposible solucionar 500 casos de invasiones o poner fin a negocios irregulares que se han hecho con propiedades ubicadas en zonas protegidas. La apropiación indebida de terrenos y la expansión de asentamientos ilegales han elevado los índices de deforestación y puesto en riesgo el hábitat de cientos de especies de fauna y flora.

Los males que afectan a los Farallones hay que mirarlos en su conjunto y las soluciones deben ser integrales. Lo primero es reconocer que se debe trabajar con los cerca de 50.000 habitantes que están asentados desde hace 30 años en la zona. Hay herramientas que son coherentes con las políticas ambientales nacionales y deberían aplicarse para asegurar su conservación.

Además de las inversiones necesarias para recuperar la reserva natural, hay programas como el de pago por servicios ambientales o el plan de guardabosques que permiten educar a la población para que descubra la importancia de preservar su entorno y se convierta en su guardián principal. De paso se les da una alternativa laboral que les garantice ingresos económicos y tener una mejor calidad de vida sin necesidad de dedicarse a actividades ilegales que destruyen el medio ambiente.

Con la mesa interinstitucional por los Farallones se ha dado un paso importante. Ahora se espera que se pase cuanto antes de las discusiones y las negociaciones a las acciones para salvaguardar la gran reserva natural de Cali.

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