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Francisco

"Esta vez, al elegir a un discípulo de san Ignacio de Loyola se envía también un mensaje de conciencia social y de una visión más próxima a los problemas que angustian a la humanidad. Un mensaje sin duda refrescante, en momentos en que la renovación parece impostergable".

14 de marzo de 2013 Por:

"Esta vez, al elegir a un discípulo de san Ignacio de Loyola se envía también un mensaje de conciencia social y de una visión más próxima a los problemas que angustian a la humanidad. Un mensaje sin duda refrescante, en momentos en que la renovación parece impostergable".

Dando fin a los rumores y especulaciones que siempre han rodeado la elección del Arzobispo de Roma, el Cónclave Vaticano eligió al cardenal Jorge Mario Bergoglio como el nuevo papa de la Iglesia Católica. Su tarea a partir de ahora será llena de desafíos y deberá transcurrir por senderos muy distintos a los que hasta ahora ha transitado la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Muy pocas votaciones y menos de dos días fueron suficientes para que el humo blanco anunciando la buena nueva saliera por la chimenea que se conecta con la Capilla Sixtina. Fue un mensaje que, además de desmentir a quienes auguraron un proceso largo producto de divisiones internas, le da tranquilidad al mundo católico al mostrar unidad entre los 115 cardenales que rigen los destinos de su Iglesia. “Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber de un Cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo, pero ya estamos aquí”, dijo el Papa Francisco al recibir su designación. Con lo cual hizo referencia a una de las características de su nombramiento: la de ser latinoamericano y haber nacido en Argentina, la parte austral de Suramérica. Es otra señal de cambio, que indica la renovación que buscaron los electores del Cónclave. Al inicio de la ceremonia con la cual se anunció quién era el nuevo Pontífice, el cardenal Bergoglio tuvo tres gestos indicadores de lo que ha sido su trayectoria y de lo que puede ser su papado. El primero, elegir el nombre de Francisco, clara referencia al Santo de Asís que hace nueve siglos estremeció a la Iglesia Romana con su ejemplo de austeridad, pobreza y caridad, en momentos en que atravesaba por una de las más agudas crisis de su larga historia. El segundo, aparecer en la sotana blanca y sin la esclavina roja sobre sus hombros, el símbolo del poder. Y por último, antes de impartir la bendición Urbi et Orbi, les pidió a los católicos que lo bendijeran a él. La elección del Papa tuvo también otro significado en la escogencia del primer Jesuita para orientar la Iglesia. Sabido es que los rumores y las especulaciones se concentraron en la aparente lucha por el poder entre dos facciones con tradicional ascendiente en el Vaticano. Esta vez, al elegir a un discípulo de san Ignacio de Loyola se envía también un mensaje de conciencia social y de una visión más próxima a los problemas que angustian a la humanidad. Un mensaje sin duda refrescante, en momentos en que la renovación parece impostergable.“Auguro que este camino que hoy comenzamos será fructífero para la Iglesia”, fueron las palabras de Francisco al iniciar su compromiso. Aunque es imposible anticipar cuál será el derrotero que marcará a la Iglesia, puede decirse que su trayectoria como sacerdote austero y comprometido da a entender que se pueden esperar cambios importantes sin que signifique abandonar principios defendidos por sus antecesores inmediatos. Por ahora, basta citar a un católico argentino para empezar a conocer al nuevo Papa; “Es un padre, que es lo que la Iglesia necesita, un padre”.

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