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Francisco siembra en África

"A Francisco no parece preocuparle que camina sobre campo minado, ajeno y desconocido. Para él, como lo ha demostrado en todas sus giras, el mensaje vale mucho más que el mensajero".

30 de noviembre de 2015 Por:

"A Francisco no parece preocuparle que camina sobre campo minado, ajeno y desconocido. Para él, como lo ha demostrado en todas sus giras, el mensaje vale mucho más que el mensajero".

La primera visita del papa Francisco a África termina hoy. Contra las recomendaciones de agencias de seguridad europeas y el temor de algunos de sus consejeros del Vaticano, el pontífice ha desoído a unos y otros para aventurarse en Banguí, capital de la República Centroafricana, una ciudad que bien puede definirse como tierra sin dios y sin ley.Francisco sabe del riesgo pero lo asume. Su tarea pastoral, ha dicho una y otra vez, pasa por buscar la paz en el mundo a partir de la reconciliación y el diálogo interreligioso, y nada mejor que intentarlo en un continente en el que esas diferencias van acompañadas por un elemento común a todas las confesiones, la pobreza. Es desde ahí desde donde se disparan casi todos los males que agobian a sus habitantes, además de potenciar al terrorismo, como el mismo lo advirtió al desembarcar en Kenia, primera escala de su periplo.Los seis días con el de hoy en Banguí, ciudad presa de un marcado volumen de violencia política, social y religiosa que impide la existencia de cualquier garantía para su seguridad, han sido de intensa actividad. Desde su desembarcó en Nairobi, el Papa se ha transformado en la voz de los desposeídos sin distingos en un continente donde la religión católica, aparte de ser minoría (apenas un 16%, unos 172 millones la profesan), está en la mira de extremistas encabezados por el yihadismo.El Papa habló en Kenia sobre los pobres y del estado de salud del Planeta. Sus reclamos de que urge dar techo, trabajo y tierra (las tres T) a los desposeídos corrieron paralelos a los de cuidar “los pulmones del planeta repletos de diversidad”. Es una clara alusión a un continente expoliado por mafias de saqueadores, a las que también condenó, y ahogado en la insatisfacción de las necesidades básicas de sus habitantes. Está visto que Francisco sigue empeñado en la consecución de uno de sus sueños más notorios, el de ver “al Planeta hecho patria y a la humanidad pueblo que habita una casa de todos”.Y de nuevo, los políticos han sido objeto de sus reparos por sus marcados intereses particulares. De esa crítica no es ajeno el asunto medioambiental. Y Francisco ha vuelto a poner el dedo en la llaga de los miles de africanos que han terminado con su sueño europeo en el lecho marino del Mediterráneo. Frente a esa “globalización de la indiferencia”, el Papa ha destacado un caso excepcional durante su paso por Uganda. Ese país acoge sin protestar más de medio millón de desplazados de las guerras que azotan a sus vecinos, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.Hoy, cuando Francisco se mueva por entre las calles rotas de Banguí, ese lugar en el que un fusil Kalashnikov se consigue por diez euros y las casas en ruinas que se sostienen por físico milagro, resultado todo de un conflicto que no tiene más que vencidos, cumplirá con su palabra de llevar un mensaje de esperanza a quienes nada lo tienen. A Francisco no parece preocuparle que camina sobre campo minado, ajeno y desconocido. Para él, como lo ha demostrado en todas sus giras, el mensaje vale mucho más que el mensajero.

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