El pais
SUSCRÍBETE

¿Estamos preparados?

"La gran preocupación está concentrada en la infraestructura del país, y la posibilidad de adecuarla a las nuevas realidades que crearán los acuerdos que nuestro país ha firmado con diez países y regiones durante la última década".

17 de abril de 2012 Por:

"La gran preocupación está concentrada en la infraestructura del país, y la posibilidad de adecuarla a las nuevas realidades que crearán los acuerdos que nuestro país ha firmado con diez países y regiones durante la última década".

Conocida ya la fecha en la cual entrará en vigencia el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, uno de los aspectos más importantes de la estrategia de internacionalización de la economía colombiana es saber si el país está en condiciones para enfrentar los desafíos de competir por los mercados que se abren y de defender el propio. De la respuesta que arroje un examen serio y profundo dependerá el que esa estrategia redunde en beneficio del empleo y el desarrollo de la Nación. La gran preocupación está concentrada en la infraestructura del país, y la posibilidad de adecuarla a las nuevas realidades que crearán los acuerdos que nuestro país ha firmado con diez países y regiones durante la última década. Porque si bien el de Estados Unidos es el de mayores proyecciones, no puede ignorarse los firmados con Chile y con varios países de Centroamérica, así como los que se encuentran en trámite con la Unión Europea y Corea del Sur. Por ejemplo, tenemos que preguntarnos si tenemos puertos adecuados. Viendo la situación de Buenaventura, por donde se mueve la mitad del comercio internacional de nuestro país, la respuesta no es la mejor. Y mucho menos cuando se encuentran cuellos de botella como el paso de La Línea en la Cordillera Central, vía obligada cuando se trata de comunicar al occidente del país con Bogotá. Aunque las ciudades de la Costa Atlántica han hecho esfuerzos por mejorar sus puertos y ofrecer condiciones para recibir a la industria que aspire a usar las ventajas de la internacionalización, no puede decirse lo mismo sobre la ciudad más importante sobre el Pacífico, donde la violencia y la pobreza contrastan con las ventajas geográficas y estratégicas que ofrece su ubicación. Parece absurdo que Buenaventura tenga que mendigar la ayuda de la Nación pese a ser la ciudad que más contribuye en materia de impuestos de aduana. También debemos preguntar si invertimos lo necesario para mejorar las vías de comunicación y diversificarlas mediante la creación de un sistema ferroviario, la adecuación de los aeropuertos o el desarrollo del transporte fluvial. Es por lo menos riesgoso continuar con una política basada en el transporte automotor cuando se sabe que mover un container de Bogotá a Buenaventura es más oneroso que traerlo desde Tokio hasta nuestro puerto sobre el Pacífico. Más aún, sabiendo que el precio de los combustibles y la persistencia en imponerle gravámenes nos hace uno de los países más costosos del mundo en materia de transporte. Pero, y sin desconocer la importancia de preparar la empresa privada, quizás sea la capacitación del país y la educación de los colombianos el factor más importante para enfrentar el reto que ya es una realidad. Derribar las barreras del proteccionismo implicará sin duda un cambio en las formas de producción y en la cultura de la gente. La gran pregunta es si las universidades y el sistema educativo en general están preparados para asimilar los grandes cambios que se avecinan y para ofrecer las herramientas del conocimiento que permiten aprovechar las oportunidades y enfrentar los riesgos que ofrece la apertura de Colombia hacia el comercio mundial.

AHORA EN Editorial