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Entre huelgas y totalitarismos

"...Morales no tiene otra opción que ver crecer la protesta, porque su errático manejo de la economía lo ha llevado a esta especie de callejón sin salida. Es el fracaso del “socialismo del Siglo XXI” en Bolivia, donde si antes no hubo mucho para alimentar a la población, ahora hay menos y más caro".

21 de febrero de 2011 Por:

"...Morales no tiene otra opción que ver crecer la protesta, porque su errático manejo de la economía lo ha llevado a esta especie de callejón sin salida. Es el fracaso del “socialismo del Siglo XXI” en Bolivia, donde si antes no hubo mucho para alimentar a la población, ahora hay menos y más caro".

Luego del ‘cacerolazo’ que obligó a Evo Morales a echar atrás una apresurada alza de combustibles, en Bolivia crece la tendencia a las protestas en las que participan tanto opositores como aliados del presidente boliviano.Así, los dirigentes de la Central Obrera Boliviana, apoyo permanente del Gobierno, lanzaron la declaratoria de huelga general de 24 horas en busca de un aumento de salarios. La protesta se desarrolló con especial énfasis en Cochabamba y la Paz, donde los sindicalistas han sido particularmente fuertes. Y contó con el respaldo de la comunidad de El Alto, bastión del oficialismo y fortín electoral de Evo Morales.En esta población, de amplia mayoría indígena, la gente salió a las calles coreando la consigna de “Evo, el pueblo tiene hambre”, llamando la atención sobre el deterioro de las condiciones de vida de los más pobres entre los bolivianos. A su vez, en Santa Cruz y Potosí, los transportistas llevan dos semanas de paro, con marchas diarias en las que solicitan mejorar sus condiciones de trabajo. Tanto la frustrada alza de combustibles, como las exigencias de los transportadores y las demandas de trabajadores e indígenas confluyen en un mismo problema: la carestía general, ocasionada por la escasez y alto costo de los alimentos.Pero en Bolivia esto no se debe a las contingencias naturales, como ha sucedido en otros países latinoamericanos, ni al aumento de los precios en los mercados internacionales, donde es posible conseguir alimentos básicos a costos favorables. Es el deterioro del trabajo y de la productividad en el campo causado por las políticas económicas que desestimulan la producción privada y no logran aumentar los rendimientos de las economías campesinas e indígenas.También es claro que el aumento de salarios, de los costos del transporte y del precio de los combustibles, tan sólo agravaría el problema del costo de vida. Por ello, Morales no tiene otra opción que ver crecer la protesta, porque su errático manejo de la economía lo ha llevado a esta especie de callejón sin salida. Es el fracaso del “socialismo del Siglo XXI” en Bolivia, donde si antes no hubo mucho para alimentar a la población, ahora hay menos y más caro.Al mismo tiempo, un poco más al norte, el socio de Morales, el ecuatoriano Rafael Correa, embarcó a su país en un plebiscito que reformará la Constitución. Curioso: apenas hace dos años se proclamó, con bombos y platillos, la nueva Constitución ecuatoriana, diseñada al gusto del primer mandatario, y ahora se pretende reformarla por su mismo autor.Los sectores más perspicaces de la oposición temen que tras el propósito se oculte la intención de romper con el equilibrio de poderes, para someter a la Justicia y, además, limitar el campo de acción de los medios de comunicación y de los empresarios del sector financiero. Correa debiera mirar a Bolivia, si es que no le basta Venezuela, donde las tribulaciones de Evo Morales, que no se quedan a la saga de las de Chávez, le muestran su propio futuro, de persistir en el camino que ya transitaron esos dos gobiernos.

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