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En “zona de peligro”

Lo natural es que el planeta tenga ciclos de enfriamiento y calentamiento, pero el problema es que en el último siglo la intervención del ser humano ha contribuido a que se llegue a extremos peligrosos. Con la industrialización creció la emisión de dióxido de carbono, producido por la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Y la deforestación de bosques y selvas ha reducido los llamados pulmones verdes del mundo que son los que absorben el CO2 y lo procesan.

25 de mayo de 2013 Por:

Lo natural es que el planeta tenga ciclos de enfriamiento y calentamiento, pero el problema es que en el último siglo la intervención del ser humano ha contribuido a que se llegue a extremos peligrosos. Con la industrialización creció la emisión de dióxido de carbono, producido por la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Y la deforestación de bosques y selvas ha reducido los llamados pulmones verdes del mundo que son los que absorben el CO2 y lo procesan.

“La humanidad se encuentra en zona de peligro”. La frase de Ralph Keeling, científico del Centro Oceanográfico de San Diego, California, define lo que pasa en el planeta por cuenta del calentamiento global, término corriente que no muchos entienden, y que no genera la reacción necesaria entre quienes tienen la capacidad para impedir que crezca la amenaza que genera.Recientes eventos han puesto de moda el cambio climático. Tragedias como la que ocasionó en Oklahoma un tornado con vientos de 320 kilómetros por hora, el más intenso del que se tenga memoria en Estados Unidos, o la estela de muertos arrojados por el ciclón ‘Mahasen’ en Bangladesh, son ejemplos de cómo el aumento de la temperatura en la Tierra incrementa la fuerza y el poder destructivo de los fenómenos naturales.La Secretaria Ejecutiva de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático informó que la semana pasada la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera sobrepasó la máxima medición registrada en la historia: 400 partes por millón, cuando hace medio siglo fluctuaba entre 180 y 280 partes por millón y las consecuencias serán impredecibles. Mientras tanto la Organización Meteorológica Mundial confirmó que el 2012 fue uno de los diez años más calientes de los que se tenga registro histórico.Muchos, sin embargo, no entienden por qué se habla de aumento de la temperatura global cuando también llueve más y los periodos de invierno son más largos. Lo natural es que el planeta tenga ciclos de enfriamiento y calentamiento, pero el problema es que en el último siglo la intervención del ser humano ha contribuido a que se llegue a extremos peligrosos. Con la industrialización creció la emisión de dióxido de carbono, producido por la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Y la deforestación de bosques y selvas ha reducido los llamados pulmones verdes del mundo que son los que absorben el CO2 y lo procesan. Como consecuencia hay un boquete de 19 millones de kilómetros en la atmósfera que reduce la protección del planeta y se ha formado una capa de gases de efecto invernadero que atrapa el exceso de radiación solar, la devuelve hacia la superficie terrestre, haciendo que la temperatura global suba 1 grado centígrado y pueda ganar 3 grados más en 50 años. Con el calor ha llegado el deshielo de los glaciares, el nivel de los océanos ha subido 20 centímetros y ha aumentado la evaporación de aguas superficiales, por lo que llueve más y por periodos más largos. Los efectos también se ven en una mayor fuerza devastadora de fenómenos naturales como tornados, huracanes y ciclones. O en la desaparición del 30% de los ecosistemas marinos y 30% de especies animales en peligro de extinción.Y frente a esa amenaza se dejan sin efecto iniciativas como el Protocolo de Kyoto que buscaba reducir la emisión de gases contaminantes, lo que no aceptaron precisamente los países más industrializados así eso signifique que la humanidad viva en “zona de peligro”. Ojalá que algo empiece a cambiar cuando en 10 días se adelante en Bonn, Alemania, otra ronda para negociar un nuevo acuerdo que frene el cambio climático.

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