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En dos mitades

"...el mensaje de las elecciones debe quedarle claro a Chávez y sus seguidores, a pesar del triunfalismo explicable que hoy les embarga: la mitad de su país no está de acuerdo con ellos y seguirá dispuesta a confrontarlos en los procesos democráticos futuros".

9 de octubre de 2012 Por:

"...el mensaje de las elecciones debe quedarle claro a Chávez y sus seguidores, a pesar del triunfalismo explicable que hoy les embarga: la mitad de su país no está de acuerdo con ellos y seguirá dispuesta a confrontarlos en los procesos democráticos futuros".

Ganó Hugo Chávez el pulso por la Presidencia de Venezuela. Pero quedó bien patente que la Nación vecina terminó partida en dos mitades que deben ser unidas por el bien de todos los venezolanos.Las cifras son indiscutibles: escrutado el 97,6 % de los votos, el presidente candidato obtuvo el 55,1 % de los votos contabilizados frente al 44,2 % de su opositor. Tal resultado, logrado en una votación que superó el 80,7% del censo electoral, indica a las claras la división que en la sociedad venezolana han logrado Hugo Chávez y su pretendida revolución bolivariana. Combinada con el uso del poder que compra conciencias y de la intimidación que amenaza a quien se atreva a desafiar al régimen, esa división logró su propósito, el de mantener a su estandarte por seis años más como amo y señor de un totalitarismo disfrazado de democracia mediante las elecciones.La campaña de Henrique Capriles Radonski fue tan clara como contundente. Su transparencia y el esfuerzo constante lo llevaron a recorrer tres veces a su país, despertando el interés de los venezolanos y provocando la unión entre una oposición antes dispersa. Por eso, al reconocer su derrota, también es posible reclamar una esperanza sobre la posibilidad cierta de servir de contrapeso a los afanes absolutistas de Chávez y sus aliados.Pero los resultados también muestran los frutos de una campaña forzada con la presión descarada del Gobierno por comprar conciencias con electrodomésticos y mercados que sin pudor se repartieron hasta el mismo día de las elecciones. O mediante las presiones a quienes les han adjudicado viviendas o cargos públicos, subsidios o beneficios, mientras las milicias armadas trataron de amedrentar a quienes no comulgan con los dictámenes del coronel Chávez. Por eso triunfó de nuevo la llamada ‘boliburguesía’, término con el cual se identifica a la nueva élite que aprovecha y se enriquece con el dominio absoluto del chavismo sobre el Estado, su patrimonio, sus rentas y su poder. Durante los próximos seis años, Hugo Chávez será el presidente de Venezuela, con lo cual completará dos décadas en el cargo. Tendrá que seguir administrando un país cuya economía muestra el agotamiento de un modelo que asfixia la iniciativa privada, y de una comunidad azotada por índices de violencia jamás registrados en la patria de Bolívar; una industria petrolera desvencijada por el abuso y convertida en caja menor del régimen para pagar favores, comprar respaldos y conseguir aliados en el mundo. Y podrá continuar con su afán por dividir más a la otrora pacífica sociedad venezolana. No obstante, el mensaje de las elecciones debe quedarle claro a Chávez y sus seguidores, a pesar del triunfalismo explicable que hoy les embarga: la mitad de su país no está de acuerdo con ellos y seguirá dispuesta a confrontarlos en los procesos democráticos futuros. Ojalá, las palabras del Presidente reelecto ofreciendo diálogo y reconciliación se traduzcan ahora sí en la realidad que le permita a Venezuela superar uno de los más difíciles momentos de su historia.

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