El pais
SUSCRÍBETE

El triunfo de la sinrazón

Lo preocupante es que el fenómeno del Reino Unido es una realidad mundial. El ‘grandioso’ con que Donald Trump ha calificado el triunfo del ‘Brexit’ y su promesa de reforzar los lazos con un Estado “libre e independiente” marcan más de una coincidencia entre sus postulados y los de Boris Johnson, el ayer alcalde de la capital inglesa y hoy casi seguro sucesor de Cameron.

27 de junio de 2016 Por:

Lo preocupante es que el fenómeno del Reino Unido es una realidad mundial. El ‘grandioso’ con que Donald Trump ha calificado el triunfo del ‘Brexit’ y su promesa de reforzar los lazos con un Estado “libre e independiente” marcan más de una coincidencia entre sus postulados y los de Boris Johnson, el ayer alcalde de la capital inglesa y hoy casi seguro sucesor de Cameron.

El mundo entero, comenzando por el Reino Unido, sigue en la tarea de digerir los efectos del ‘Brexit’. Sus consecuencias inmediatas ya dejan por fuera al gobierno de David Cameron, además de las reacciones negativas en los principales mercados, preocupados porque las cosas irán a peor.No podía ser de otra manera. Al fin y al cabo de la Unión Europea se retira la quinta economía del planeta. El precio será alto y los primeros en pagarlo, los propios británicos, quienes, paradójicamente, vieron en las últimas horas cómo la libra esterlina anduvo casi a la par del euro, el fantasma del que siempre quisieron huir.Tal indicador, más simbólico que cualquier otra cosa, corre parejo a realidades más duras. Las barreras para sus productos emergerán en un horizonte muy cercano y les costarán cerca de siete mil millones de euros. Además, el desempleo crecerá punto y medio en los próximos dos años, un contrasentido para los impulsores de la salida de la UE, que agitaron su campaña con la consigna de echar a los inmigrantes para garantizar puestos a los nativos. A eso se suma la reactivación de la campaña para hacer de Escocia una nación soberana e independiente.¿Por qué, entonces, prosperó una idea loca como la de abandonar la UE, sobre la que se habían anticipado esas y otras secuelas peores? Por mucho más que la sencilla argumentación de tiempos difíciles en que se empeñaron sus propulsores en disfrazar su verdadera razón: el aislacionismo como razón de ser.Esa corriente encontró en los tiempos difíciles y en la ira que despierta la incapacidad de los gobiernos para hacer frente a la tempestad, la mejor excusa para aventurarse así, sin medir las consecuencias. Y como ha sido normal a lo largo de la historia moderna, las banderas nacionalistas calaron sin dificultad en los sentimientos de los pueblos, ajenos a cualquier tipo de razón.Lo preocupante es que el fenómeno del Reino Unido es una realidad mundial. El ‘grandioso’ con que Donald Trump ha calificado el triunfo del ‘Brexit’ y su promesa de reforzar los lazos con un Estado “libre e independiente” marcan más de una coincidencia entre sus postulados y los de Boris Johnson, el ayer alcalde de la capital inglesa y hoy casi seguro sucesor de Cameron.Pero ellos dos tampoco son excepción. Como lo advirtió hace poco un funcionario de la Comisión Europea, es posible que la impensable fotografía de cumbres en 2017 en la que aparecerían Trump y Johnson, más el francés Jean-Marie Le Pen y el italiano Beppe Grillo, se convierta en una pesadilla real. Y si tras ellos posan quienes agitan xenofobia y racismo en Holanda, Austria y Finlandia, para no citar otras naciones, el escenario internacional estaría viviendo la amenaza de volver a páginas que parecían cerradas.La urgencia de un frente a favor de la convivencia y de la tolerancia, e incluso de la democracia, llama con carácter urgente. La salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea, el esfuerzo de integración pacífica más importante de las últimas épocas indica la necesidad de mirar más allá del aislacionismo irracional.

AHORA EN Editorial