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El ‘show’ debe terminar

Al no quedar ninguno de los servidores públicos y dirigentes políticos en el cautiverio infame, se acabará una etapa terrible y luctuosa, originada en la utilización del terror que significa un secuestro como amenaza para la sociedad y como instrumento de chantaje contra el Estado.

29 de marzo de 2012 Por:

Al no quedar ninguno de los servidores públicos y dirigentes políticos en el cautiverio infame, se acabará una etapa terrible y luctuosa, originada en la utilización del terror que significa un secuestro como amenaza para la sociedad y como instrumento de chantaje contra el Estado.

Pensando quizás en el protagonismo político y sin consideración de la enorme tragedia que existe en cada uno de los secuestrados, de sus familias y de toda la Nación, algunos personajes de la vida nacional hicieron eco de las solicitudes de las Farc e invitaron a figuras internacionales a participar en la devolución de esas víctimas. Con razón, el Gobierno se anticipó y le dijo no al ‘show’ que pretendían montar oportunistas.Hasta catorce años de su vida han perdido varios de los soldados y policías que volverán a la vida el próximo dos de abril, si sus secuestradores cumplen la palabra empeñada. Son seres humanos a los cuales, además del tiempo, les conculcaron sus más elementales derechos como el poder compartir con sus familias, ver crecer a sus hijos o disfrutar en sociedad. Quedan pocas horas entonces para terminar su suplicio. Con ellos terminará también la explotación inmisericorde de su dignidad. Al no quedar ninguno de los servidores públicos y dirigentes políticos en el cautiverio infame, se acabará una etapa terrible y luctuosa, originada en la utilización del terror que significa un secuestro como amenaza para la sociedad y como instrumento de chantaje contra el Estado. Pero en toda la geografía colombiana quedarán regados decenas de compatriotas, hombres y mujeres, niños y ancianos, a quienes les arrebataron en forma violenta su libertad, para ser usados como mercancía que se cambia por plata una, dos y hasta diez veces.Son esos colombianos los que no son tenidos en cuenta por quienes invitaron al Vicepresidente del Ecuador, a una líder indígena de Guatemala que recibió el premio Nobel de la Paz y a varias mujeres de nombradía en el mundo, para que presenciaran la triste devolución. A ellos y ellas no los invitaron para reclamar por la suerte de los desaparecidos por la ambición de las Farc, ni para pedir que se respeten la libertad y el resto de sus Derechos Humanos. O para que se solidaricen con el pueblo colombiano y rechacen la violencia y el terrorismo con el cual han pretendido doblegar su voluntad. Por fortuna, el Gobierno Nacional dijo no al circo que pretendían montar la exsenadora Piedad Córdoba y quienes la acompañan en sus propósitos publicitarios, los mismos intereses que han impulsado a las Farc durante los catorce años que han mantenido secuestrados a estos soldados y policías que deberán recuperar su libertad en menos de 72 horas. Lo cual quiere decir que en la misión de rescatarlos participarán sólo los delegados del gobierno del Brasil y del Comité Internacional de la Cruz Roja, además de la señora Córdoba. Así será, si todo sale bien y los secuestradores cumplen, tras cinco meses de haber anunciado la devolución. Con ello, además de acabar con el suplicio, se debe terminar también el ‘show’ mediático de quienes pretendieron dar lustre a su nombre con la desgracia de las víctimas. Y a Colombia le quedará la obligación de reclamar el regreso de los cientos de compatriotas que fueron secuestrados para enriquecer las arcas de las Farc, sus victimarios.

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