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El rumbo de Egipto

Así las cosas, todo parece indicar que habrá segunda vuelta y que, al final, dado el carácter musulmán de la brumadora mayoría de la población egipcia, lo más probable es que el nuevo Presidente refleje esa opinión dominante.

25 de mayo de 2012 Por:

Así las cosas, todo parece indicar que habrá segunda vuelta y que, al final, dado el carácter musulmán de la brumadora mayoría de la población egipcia, lo más probable es que el nuevo Presidente refleje esa opinión dominante.

Entre el miércoles y el jueves, los ciudadanos egipcios ejercieron su derecho al voto, en medio de un entusiasmo general, con el fin de elegir Presidente de la República. Es la continuación de la llamada ‘Primavera Árabe’, con lo cual se pretende instaurar una democracia que sin olvidar la cultura nacional garantice la libertad y la posibilidad de disentir.Para la comunidad internacional y, de manera especial para el mundo árabe, el buen resultado de este proceso resulta significativo, pues lo que suceda en Egipto, la más grande de las naciones árabes con 82 millones de habitantes, señala el rumbo para otros países. “Egipto siempre ha marcado tendencias en el mundo árabe y en su pensamiento político. Tendencias que propaga a través de sus vecinos y eventualmente afecta incluso a los países no árabes de mayoría musulmana”, afirmó Maajid Nawaz, el presidente de Quilliam, un centro de estudios políticos con sede en Londres.De 13 aspirantes que representan a corrientes laicas, musulmanas, izquierdistas y fundamentalistas, los contendores con posibilidades de triunfo son Ajmed Shafiq, ex comandante de la Fuerza Aérea y primer ministro en 2011; Amr Moussa, ex canciller y ex jefe de la Liga Árabe; Mohamed Mursi, líder del partido de la Justicia y la Libertad de la Hermandad Musulmana; y Abdul Moneim Aboul Fotou, figura sobresaliente de la Hermandad, a la que fue forzado a abandonar después de anunciar su candidatura el año pasado.Es decir, el favoritismo parece inclinarse por ex funcionarios del gobierno de Mubarak y por los representantes de la Hermandad Musulmana, cuyo partido obtuvo el triunfo en las pasadas elecciones parlamentarias. Se trata de un enfrentamiento entre sectores laicos y musulmanes, sin que parezca existir posibilidades para los sectores radicales de ambas corrientes.Así las cosas, todo parece indicar que habrá segunda vuelta y que, al final, dado el carácter musulmán de la brumadora mayoría de la población egipcia, lo más probable es que el nuevo Presidente refleje esa opinión dominante. Pero también cabe esperar una sorpresa en virtud de la división de las fuerzas de la Hermandad entre dos aspirantes con opciones.El nuevo Presidente gobernará por cuatro años, con posibilidad de reelegirse por una sola vez, limitación establecida para evitar nuevos períodos de larga permanencia en el poder que culminan en dictaduras, como sucedió con los 32 años de gobierno de Mubarak.Pero no será fácil: el poder militar, que goza de grandes prerrogativas y gobierna de hecho, no se resignará con facilidad a dejar un escenario privilegiado, mientras que la pobreza, la inseguridad y la debilidad institucional han crecido desde el derrocamiento de Mubarak.Estas elecciones en Egipto son el primer paso de las promesas de la ‘Primavera Árabe’ y falta ver si ellas conducirán a los egipcios a una forma de democracia, si no a la manera occidental, al menos que preserve las libertades fundamentales, sin caer en los extremos de otra dictadura, esta vez religiosa. El espíritu de los inmolados en la Plaza de Tahir pide por lo primero y reniega de lo segundo.

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