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El rezago en la educación

"Hay que preguntarse si en Colombia se está formando a los estudiantes en los valores que clama una Nación que vive en medio de la violencia y la intolerancia. Tan importante como brindar unas bases académicas sólidas, que permitan competir en el campo laboral y productivo, es educar a buenos ciudadanos, respetuosos de la vida y la sana convivencia".

7 de diciembre de 2013 Por:

"Hay que preguntarse si en Colombia se está formando a los estudiantes en los valores que clama una Nación que vive en medio de la violencia y la intolerancia. Tan importante como brindar unas bases académicas sólidas, que permitan competir en el campo laboral y productivo, es educar a buenos ciudadanos, respetuosos de la vida y la sana convivencia".

El discurso sobre la importancia que tiene la educación en el desarrollo del país tiene que superar la retórica y convertirse en realidad. Colombia está perdiendo el año en la formación académica de sus niños y jóvenes, y quienes tienen en sus manos actuar para superar el déficit que hay en cobertura y calidad educativas deberán pasar de las palabras a los hechos si se quiere construir una nación competitiva, pacífica y con oportunidades para todos.Los golpes de pecho y las justificaciones no se han dejado de escuchar desde que se conocieron los resultados en las pruebas Pisa realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, en 65 países, con las cuáles se miden los conocimientos de los jóvenes entre 15 y 16 años de edad en Lenguaje, Matemáticas y Ciencias. Colombia ocupó el puesto 62 y bajó 10 lugares con respecto al 2006, superando solo a Qatar, Indonesia y Perú. Los resultados son desalentadores para una Nación que hasta hace poco se vanaglorió de tener unos estándares educativos altos comparados con otros países latinoamericanos, que además se precia de tener una cobertura del 89,35% en educación primaria, cercana a la meta que el mundo se ha trazado para el 2015 en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La realidad parece ser bien distinta según las pruebas de la Ocde. Como dice la Ministra de Educación, que el país se ‘raje’ en materias claves como matemáticas o lenguaje, es un “llamado de atención que debemos tomar en serio, para revisar en qué aspectos estamos fallando y mejorar”. Su preocupación es la misma de todo un país que ve cómo las promesas de calidad y cobertura se volvieron frases de cajón que se diluyen en la realidad. Colombia debe analizar si tiene un cuerpo de docentes preparado y con la capacidad para formar a estudiantes que se enfrentan a un mundo globalizado, más competitivo, de fronteras más abiertas. Si sus políticas educativas y los recursos que se destinan están en sintonía con las necesidades de la población estudiantil o responden más a intereses políticos o de organizaciones como los sindicatos de maestros. Si los programas académicos se ajustan a las condiciones de aprendizaje en las zonas urbanas y rurales, o si se enfocan a evitar la deserción de las aulas, que llega al 4,3%.Ante todo, hay que preguntarse si se está formando a los estudiantes en los valores que clama una Nación que vive en medio de la violencia y la intolerancia. Tan importante como brindar unas bases académicas sólidas, que permitan competir en el campo laboral y productivo, es educar a buenos ciudadanos, respetuosos de la vida y la sana convivencia. Ahí están los pilares para derrotar la pobreza y la miseria en la que vive el 42% de los colombianos, para alcanzar la paz que tanto se reclama hoy y para abrir el camino de las oportunidades que ofrecen un futuro mejor. La educación en Colombia no admite más promesas vacías, mucho menos discursos retóricos ni quedarse en el lamento de unos resultados adversos. Es la hora de actuar para superar ese rezago.

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