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El rescate

11 de octubre de 2010 Por:

Terminará así una tragedia que ha concitado la opinión mundial...

Ayer domingo una de las máquinas perforadoras que trabajan en el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina de San José de Copiapó en Chile, llegó hasta la cámara donde se encuentran los hombres, a 700 metros de profundidad. El anuncio fue seguido por la alegría de sus familiares, de las autoridades chilenas y del mundo que sigue minuto a minuto el desarrollo del increíble rescate.Aún falta un tramo delicado, consistente en reforzar con acero los últimos 96 metros del ducto de escape, para evitar nuevos deslizamientos, antes de proceder a sacar uno a uno a los damnificados, a través de una cápsula de 60 centímetros de diámetro. Así las cosas, se espera que la operación final se esté completando a mediados de la presente semana.Terminará así una tragedia que ha concitado la opinión mundial y que ha suscitado una solidaridad sin precedentes. Desde el Papa, acompañando con sus oraciones, pasando por la Nasa, que envió equipos de expertos, siguiendo por un filántropo chileno que regaló US$10.000 a cada una da las familias de los atrapados, hasta llegar a los hijos e hijas de “los 33” como ha dado en llamárseles, pareciera que todo el mundo estuviera involucrado en la empresa humanitaria.Equipos completos de los principales medios de comunicación llegados desde todos los puntos cardinales esperan en las afueras del ducto de rescate para informar del esperado final feliz de esta tragedia. Muchos de esos periodistas han familiarizado al planeta, no sólo con las dificultades y los riesgos inherentes a la actividad minera, sino también con las biografías de cada uno de los mineros atrapados, incluyendo las características de sus familias.Sorprende, en medio de todo, la capacidad de adaptación del ser humano a circunstancias extremas. Aunque han bajado de peso, estos hombres vivieron durante un par de meses en las profundidades de la tierra, en medio de la oscuridad, aislados de su núcleo íntimo de relaciones, respirando un aire viciado durante buen tiempo. Sin embargo, han logrado mantener el buen ánimo y no han perdido la ilusión de continuar con sus vidas. Incluso, muchos de ellos ha manifestado que continuarán siendo mineros.Desde luego, por sus dificultades técnicas, y la necesidad de transportar grandes perforadoras desde sitios lejanos, el costo de la operación de rescate ha sido enorme. Se calcula en unos US$4 millones, que terminarán pagando, en su mayoría, los contribuyentes chilenos. Pero nadie se amarga por esto, pues es mayor la alegría de saber que estos 33 hombres regresarán con vida del aterrador entierro.Cuando pase la euforia, habrá tiempo para hacer los balances y adjudicar responsabilidades. De hecho, el costo del rescate supera con mucho el costo de las medidas de seguridad que, de haberse tomado, habrían evitado la tragedia. Ya el Congreso chileno inició un debate sobre el tema del cumplimiento de las normas de seguridad en la actividad minera, un asunto que se vuelve de palpitante actualidad mientras se desarrolla el drama de los trabajadores atrapados.Por ahora, que salgan a tierra con vida. Es lo que esperamos todos.

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