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El regreso a la vida

14 de octubre de 2010 Por:

Durante casi 24 horas, el mundo presenció conmocionado por las pantallas de la televisión la aparición de quienes convocaron la voluntad del planeta para devolverles la vida.

Para los mineros, la pesadilla duró 69 días. Para sus compatriotas, Chile entero, y para el resto del mundo, el esfuerzo por devolverlos a la vida fue un afán sin límites que tuvo un final feliz gracias a la solidaridad que puso la tecnología universal a disposición del rescate que culminó la noche anterior.Los antecedentes hacían pensar que en la mina, abierta desde finales del siglo XIX y con discutibles condiciones de seguridad, había ocurrido una tragedia donde era casi imposible afirmar que los involucrados en el accidente del pasado 5 de agosto habrían conservado su vida y su integridad. Unos días después empezó a conocerse el milagro, al lograr que unas sondas enviadas desde la superficie lograran llegar al refugio donde fueron sorprendidos los mineros por el derrumbe. Todos estaban ilesos, y en medio de su desespero confiaban en su regreso.Se inició entonces una enorme y compleja operación, encabezada por el presidente de Chile y seguida de cerca y con decisión por sus paisanos. Lo más notorio fue la determinación de encontrar la salida y no cabía la posibilidad de la derrota. Fueron semanas de exploraciones y excavaciones, a la par que se les suministraba los recursos, los alimentos y el acompañamiento necesario para que los mineros pudieran sobrellevar lo que parecía una espera interminable, en condiciones hostiles por las altas temperaturas, la humedad y el encierro. Y aparecieron los esfuerzos humanos para completar el milagro. Por ejemplo, la cápsula ‘Fénix’, que fue construida en un plazo relativamente breve por la fuerza naval de Chile, contó con el aporte de la Nasa, la agencia de los Estados Unidos dedicada a los asuntos aeroespaciales. Y desde muchos rincones del planeta llegaron aportes científicos, médicos, materiales y pecuniarios para garantizar la subsistencia de los 33 mineros durante su obligado y accidental cautiverio. Así, el campamento ‘esperanza’, ubicado en la boca de la mina San José en el desierto de Atacama, y la ciudad de Copiapó, el asentamiento más próximo a ese desierto, se transformaron en epicentro de una operación sin precedentes para la noble tarea de devolver a la superficie de la tierra, en condiciones dignas, a quienes estuvieron atrapados en las entrañas de la madre tierra. Hasta que el martes pasado empezaron a brotar los 33 mineros, a través del tubo construido para movilizarlos. Durante casi 24 horas, el mundo presenció conmocionado por las pantallas de la televisión la aparición de quienes convocaron la voluntad del planeta para devolverles la vida.Hoy, mientras Chile festeja el rescate, el resto del mundo se congratula por el derroche de solidaridad, tecnología, conocimiento y voluntad que hicieron posible la hazaña. Por unos días, para el periodismo orbital fue posible dejar de lado las noticias graves, los conflictos y las conflagraciones que abundan, para convertirse en los ojos y los oídos de la humanidad que esperaba el regreso de los 33 mineros hundidos en una mina del desierto de Atacama, a 700 metros de profundidad.

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