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El proceso y la polémica

Hay pues una actividad febril alrededor de la negociación, protagonizada por funcionarios que responden las inquietudes y críticas que van surgiendo, muchas de las cuales van más allá del interés por lograr un buen resultado y sin duda están influidas por el afán de conseguir réditos electorales de parte de quienes están a favor o en contra.

7 de abril de 2013 Por:

Hay pues una actividad febril alrededor de la negociación, protagonizada por funcionarios que responden las inquietudes y críticas que van surgiendo, muchas de las cuales van más allá del interés por lograr un buen resultado y sin duda están influidas por el afán de conseguir réditos electorales de parte de quienes están a favor o en contra.

A pocos días de reiniciarse los diálogos con las Farc, la polémica sigue creciendo en los círculos políticos mientras la expectativa de los colombianos se mantiene. Y persiste también la necesidad de construir un consenso sobre las bases de lo que se puede negociar y la manera de enterar a la Nación para evitar divisiones nocivas y la utilización del proceso con propósitos partidistas. La semana que culmina, el presidente Juan Manuel Santos fue particularmente enérgico en la defensa de los diálogos que tienen lugar en La Habana, al rechazar acusaciones y sugerencias sobre la actuación de la Fuerza Pública y un supuesto deterioro de la seguridad en Colombia. Así mismo, algunos de los miembros de la Comisión negociadora que representa al Gobierno sostuvieron reuniones explicativas con gremios y directivas de los partidos políticos en Bogotá. Hay pues una actividad febril alrededor de la negociación, protagonizada por funcionarios que responden las inquietudes y críticas que van surgiendo, muchas de las cuales van más allá del interés por lograr un buen resultado y sin duda están influidas por el afán de conseguir réditos electorales de parte de quienes están a favor o en contra. Es así que aparecen cuestionamientos y tachas de lado y lado, generando polarización en los protagonistas de la actividad política, mientras los ciudadanos del común miran con extrañeza un debate cada vez más áspero, cargado de argumentos agresivos y en muchos casos no relacionados con la paz. Pero también es cierto que en el país empieza a hacerse notoria la inquietud por conocer más a fondo lo que se está negociando y cómo se está haciendo. Por supuesto, hay que reconocer que, por lo menos en el lado oficial, la reserva y el sigilo que se acordó con la guerrilla se han cumplido en forma rigurosa. Y no puede decirse lo mismo de las Farc, que usa el proceso para amenazar y crear falsas expectativas, creando zozobra explicable en quienes no tienen acceso a la información sobre lo que se está negociando.Ese vacío es más notorio y más preocupante en las regiones donde el conflicto se vive con intensidad y el terrorismo de las Farc es pan de cada día. Es el caso del suroccidente colombiano, escenario principal de los ataques indiscriminados, las minas quiebrapatas y el narcotráfico, este último gran protagonista del conflicto en el Cauca y el Pacífico. Aunque se tiene claro que no habrá cese el fuego bilateral como reclama la guerrilla, es difícil de entender que ésta persista en el ataque y la intimidación permanente a la población civil. Por eso es necesario reclamar que la información manejada en la capital de la República se haga llegar también a las regiones. Y que, sin llegar a crear una situación similar a lo ocurrido en el Caguán, los ciudadanos tengan acceso a una información más directa y menos cifrada sobre lo que se está negociando. Lo que puede significar que haya una comprensión más profunda sobre los diálogos. Con lo cual el Gobierno tendrá más herramientas para contrarrestar las críticas, mientras los ciudadanos se forman un criterio propio sobre la negociación de paz.

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