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El Papa y la política

Los Papas, como símbolos del catolicismo deben acudir allí donde la feligresía pone en duda la autoridad de la Iglesia. La dura condena al narcotráfico lo mismo que la posible audiencia con los familiares de las víctimas del sacerdote Maciel, han despertado esperanzas entre la población mexicana.

26 de marzo de 2012 Por:

Los Papas, como símbolos del catolicismo deben acudir allí donde la feligresía pone en duda la autoridad de la Iglesia. La dura condena al narcotráfico lo mismo que la posible audiencia con los familiares de las víctimas del sacerdote Maciel, han despertado esperanzas entre la población mexicana.

Pese al gran recibimiento dado al papa Benedicto XVI por los fieles mexicanos en Guanajuato, la visita del prelado a ese país no ha estado exenta de polémica. En parte se debe a la falta del sentido de oportunidad de los jerarcas de la Iglesia mexicana. Día antes de la llegada del Papa, la Arquidiócesis de México señaló: “Los fieles cristianos católicos deben tener claridad que no es posible hacer una opción política por quienes son partidarios o promotores de falsos derechos y libertades que atentan contra las enseñanzas contenidas en la Sagrada Escritura, la tradición y la doctrina de la Iglesia”.Tal llamamiento encendió la polémica, pues los partidos de oposición lo consideraron una intromisión de la Iglesia en la política mexicana para favorecer al partido de gobierno, que acusan de ‘monopolizar’ la visita del Papa en momentos en que comienza la campaña electoral. Más allá de esa discusión sobre la oportunidad de la declaración eclesiástica, lo cierto es que se inmiscuye en asuntos vedados para la religión, pues coloca a “las sagradas escrituras, la tradición y la doctrina de la iglesia” por encima de la Constitución, a la hora en que la ciudadanía decida cómo votar. El ambiente con la Iglesia mexicana ha estado enrarecido, pues hay denuncias sobre la aceptación de párrocos y jerarcas de dineros provenientes de los carteles de la droga, que se han dedicado a la construcción de ‘narcocapillas’. Además, aún se resiente de los escándalos de abusos sexuales a menores por Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, una de las más importantes órdenes católicas. Tales circunstancias han llevado a que la Católica reporte una importante merma de fieles al mismo tiempo de aumentan los seguidores de otras iglesias, lo mismo que los adeptos a la santería y otras formas de culto semi-paganas.Tampoco le ayuda al papa Ratzinger la enorme popularidad de Karol Wojtila entre el pueblo mexicano, a quien consideraron ‘su Papa’. En comparación, Benedicto XVI se aprecia avejentado y distante. El hecho de que no visitara la basílica de la Virgen de Guadalupe, donde Juan Pablo II oraba, aduciendo problemas de salud, ha agravado esa percepción.Pero esas mismas dificultades son la que explican por qué escogió a México como su principal destino en América Latina, lo mismo que Cuba. Los Papas, como símbolos del catolicismo deben acudir allí donde la feligresía pone en duda la autoridad de la Iglesia. La dura condena al narcotráfico lo mismo que la posible audiencia con los familiares de las víctimas del sacerdote Maciel, han despertado esperanzas entre la población mexicana. Los medios reportan que ya comenzaron a verse imágenes de Ratzinger en las plazas de mercado, al lado de las acostumbradas de Wojtila. En Cuba no será distinto, cuando llegue a Santiago. Allá lo esperan los disidentes, que aguardan una voz de aliento. Y un régimen dictatorial, que ha permitido la actividad de la Iglesia a regañadientes. Así, la visita del Papa a América Latina tiene más un sentido político que religioso. Lo que es esperable, dadas las circunstancias.

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