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El otro poder de China

"De todas las señales que confirman el poder de China, la aparición en el firmamento mundial del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, AIIB, su sigla en inglés, apunta a ser el golpe de más impacto de los últimos años en el inestable escenario de la economía mundial y el de mayor proyección".

16 de marzo de 2015 Por:

"De todas las señales que confirman el poder de China, la aparición en el firmamento mundial del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, AIIB, su sigla en inglés, apunta a ser el golpe de más impacto de los últimos años en el inestable escenario de la economía mundial y el de mayor proyección".

De todas las señales que confirman el poder de China, la aparición en el firmamento mundial del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, AIIB, su sigla en inglés, apunta a ser el golpe de más impacto de los últimos años en el inestable escenario de la economía mundial y el de mayor proyección.El AIIB es un invento que ha tenido insospechada fuerza, hasta el punto de que el Reino Unido acaba de subirse a ese bus, ante la incredulidad de Washington. Ya antes lo habían hecho gigantes del tamaño de India y países de buen flujo de caja como Indonesia, Tailandia, Nueva Zelanda y Qatar. En caso de que se confirme la entrada de Australia y Corea del Sur a ese nuevo club, en el que ya han mostrado interés otros 27 Estados, estaremos ante el intento de remezón más grande del orden económico mundial desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y es que, más allá de su nombre, el AIIB pretende jugar en la misma mesa en que lo hacen el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Desarrollo Asiático, este último una figura que Estados Unidos impulsó en ese continente para evitar lo que ahora podría suceder: ver a China a la cabeza del orden económico mundial.En el terreno de los hechos, eso ya parece una realidad. Y si alguien lo puede confirmar es Estados Unidos. De hecho, China es su mayor acreedor; posee el 10,6% de la deuda pública del gigante mundial, unos 1,3 billones de dólares. No sin razón, varios analistas coinciden en que esa deuda es la mayor, y más silenciosa, amenaza para la seguridad nacional de la gran potencia.Ahora bien, surgen dos preguntas. ¿Por qué el Reino Unido, tan cercano histórica y estratégicamente a los Estados Unidos, elige la opción del AIIB? ¿Esa decisión conlleva que Londres le dará la espalda al BM y al FMI? Todo indica que un paso como el que da Londres no implica alejarse del sistema existente para apostar todo al riesgo evidente de ponerse demasiado cerca de Pekín y lejos, por ejemplo, del G-7.Lo que sí hay en la decisión del gobierno de David Cameron es una inmensa dosis de pragmatismo. En un mundo globalizado como el actual, sería tonto no contemplar la idea de participar de negocios de infraestructura en los países que respaldan el AIIB y que, se calcula, rondarán los ocho trillones de dólares de aquí a 2025. Por encima de la decisión tomada, el asunto no será fácil. Las permanentes violaciones a los derechos humanos del régimen comunista y el casi desprecio por los asuntos ambientales del tigre asiático llenarán de piedras el camino que falte por recorrer, tanto en el Parlamento como en el seno de la opinión pública británica. Hechos como la polémica determinación de Cameron de mirar para otro lado frente a la causa tibetana o el silencio ante la censura en internet de Pekín al documental ‘Bajo la cúpula’, que muestra los alcances de la contaminación en China, tendrán peso específico. Quizás no para echar reversa, pero sí para poner condiciones. En definitiva, el ingreso del Reino Unido al AIIB no puede ser, ni será, un cheque en blanco.

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