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El otro diálogo

"Por último, el comunicado afirma que “las partes contendientes no pueden reemplazar ni las luchas ni las exigencias de las masas, sino estimularlas y hacerlas parte de la agenda, ese derecho no se lo puede abrogar nadie más que ellas mismas”. Queda claro entonces que de lo que se tratará la negociación no es de buscar un acuerdo rápido para cesar la violencia e integrarse a la política para ganarse el favor del pueblo y realizar los cambios en paz".

1 de octubre de 2013 Por:

"Por último, el comunicado afirma que “las partes contendientes no pueden reemplazar ni las luchas ni las exigencias de las masas, sino estimularlas y hacerlas parte de la agenda, ese derecho no se lo puede abrogar nadie más que ellas mismas”. Queda claro entonces que de lo que se tratará la negociación no es de buscar un acuerdo rápido para cesar la violencia e integrarse a la política para ganarse el favor del pueblo y realizar los cambios en paz".

A la par con los diálogos entre el Gobierno Nacional y las Farc, se anuncia ahora la posible iniciación de negociaciones con el ELN. Sin comenzar aún, y como ha ocurrido en ocasiones anteriores cuando gobernantes de la más diversa procedencia han intentado recorrer el mismo camino, los cabecillas de ese grupo ya fijaron los puntos que consideran deben ser las bases del proceso.En comunicado expedido hace pocas horas, dicen los jefes guerrilleros que la mesa será “para discutir los grandes problemas económicos, políticos y sociales que originaron el conflicto social y armado”. Es decir, el meollo de la cuestión no es encontrar los caminos para desmovilizar su ejército ni terminar la violencia, sino resolver las causas que según ellos dieron origen a los movimientos guerrilleros hace 50 años o más. “El ELN valora que el camino hacia la paz requiere de una salida política al conflicto y en ella es importante el dialogo bilateral insurgencia gobierno, donde las dos partes se reconozcan tal cual son y no pretendiendo que uno desaparezca como condición para construir la paz”. Quizás en esas palabras puede encontrarse un primer acuerdo, nacido del reconocimiento del Estado como contradictor legítimo. Sin embargo, tal reconocimiento se produce para “encontrar acuerdos donde las dos partes se tracen un plan para superar la crisis, construir el nuevo país y alcanzar la paz en un proceso donde participe de manera plena la sociedad”. Es decir, se repiten los diálogos en Maguncia, Alemania, cuando el ELN exigió la presencia de la “sociedad civil”. Entonces se satisfizo su pedido. Cuando faltaba muy poco, y según algunos participantes el acuerdo era inminente, las conversaciones se rompieron y todo regreso al cero. Claro está, los jefes de la guerrilla no tuvieron problema en acusar al Gobierno de turno de haber hecho hasta lo imposible por llevar las conversaciones al fracaso. Frente al pedido del Gobierno Nacional de un período corto pero suficiente para la negociación, los jefes del ELN consideran “que el tiempo no puede ser camisa de fuerza y debe estar determinado por los desarrollos mismos del proceso, por ello encasillarlos en determinado tiempo, es pernicioso y atentatorio contra el éxito del proceso de paz”. Sin duda, hay allí una coincidencia con las Farc y lo que está ocurriendo hoy en La Habana, donde la resistencia a negociar con rapidez es usada por la guerrilla para aprovechar con intenciones claramente proselitistas el espacio que se les abre con generosidad.Por último, el comunicado afirma que “las partes contendientes no pueden reemplazar ni las luchas ni las exigencias de las masas, sino estimularlas y hacerlas parte de la agenda, ese derecho no se lo puede abrogar nadie más que ellas mismas”. Queda claro entonces que de lo que se tratará la negociación no es de buscar un acuerdo rápido para cesar la violencia e integrarse a la política para ganarse el favor del pueblo y realizar los cambios en paz. Así, los colombianos estamos notificados del próximo inicio de un diálogo que, ojalá, no sea otra frustración más de aquellas que suele producir el ELN.

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