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El MÍO no tiene reversa

Es pues una transformación profunda que empezó por una cuantiosa inversión en vías y sigue por una transformación en la circulación de la ciudad. Sin duda, ello implica romper con tradiciones como la de poder detener un bus en cualquier parte. Ahora habrá que caminar un poco más, hasta los paraderos y estaciones, a cambio de lo cual el usuario pagará menos por sus viajes y recibirá comodidades como el aire acondicionado.

17 de agosto de 2012 Por:

Es pues una transformación profunda que empezó por una cuantiosa inversión en vías y sigue por una transformación en la circulación de la ciudad. Sin duda, ello implica romper con tradiciones como la de poder detener un bus en cualquier parte. Ahora habrá que caminar un poco más, hasta los paraderos y estaciones, a cambio de lo cual el usuario pagará menos por sus viajes y recibirá comodidades como el aire acondicionado.

La salida de los últimos buses del servicio público tradicional en Cali, fijada para el 1 de noviembre, no es una medida arbitraria ni tomada a ligera. Es la consecuencia de la decisión que tomaron los caleños hace más de una década: construir un Sistema Integrado de Transporte que transformara su ciudad.La decisión es un paso definitivo para que el MÍO, que representa el compromiso de la sociedad caleña con su presente y futuro, pueda asegurar su estabilidad económica y financiera, así como la prestación de un óptimo servicio con una cobertura del 97% de la ciudad. Por eso no puede llamar a la protesta. No hay allí una revelación sorprendente sino la confirmación de que el proyecto es hoy una realidad y la mejor oportunidad para alcanzar la transformación de la vida urbana de Cali.La medida que sacará de circulación los 1.934 buses que ruedan en las calles debe ser acogida por los transportadores, quienes sabían que este día llegaría. Sin duda, a ellos hay que cumplirles con lo ofrecido desde un comienzo, comprar sus vehículos para chatarrizarlos y darles la compensación con los recursos que pagan los usuarios del MÍO, un 3% de cada pasaje, y que están guardados en el fondo de reconversión empresarial social y ambiental, Fresa. Debe ser una negociación justa.Por su parte, los transportadores no pueden olvidar que se los invitó a formar parte del nuevo sistema dando la posibilidad de que se convirtieran en operadores, como ocurrió con un buen número de ellos que apoyó el proyecto agrupándose en nuevas empresas que ahora son el eje de todo el proyecto. Además, es necesario recordar la profunda transformación que experimentarán los conductores, quienes ya no deberán protagonizar el desorden en las calles por que ahora tendrán ingresos fijos y prestaciones adecuadas.Es pues una transformación profunda que empezó por una cuantiosa inversión en vías y sigue por una transformación en la circulación de la ciudad. Sin duda, ello implica romper con tradiciones como la de poder detener un bus en cualquier parte. Ahora habrá que caminar un poco más, hasta los paraderos y estaciones, a cambio de lo cual el usuario pagará menos por sus viajes y recibirá comodidades como el aire acondicionado.El comienzo de esta nueva época es un reto para Metrocali, que deberá completar la flota de articulados y alimentadores, así como encargarse de atender las rutas que hoy tienen deficiencias en tiempos y frecuencias. Además deberá construir la infraestructura faltante, como son patios, talleres y estaciones. Y ocuparse de resolver la integración de la ladera al sistema, así como los problemas del Miocable. El MÍO significa el antes y el hoy del transporte en Cali. Con la salida de los buses se acabará la guerra del centavo, dando paso a una cultura de servicio público donde el conductor respeta las normas de tránsito y los usuarios van mucho más cómodos en vehículos modernos. En un futuro, el MÍO deberá conectarse con la solución que se desarrolle en el corredor férreo que une a Cali con Jamundí, Yumbo y Palmira.

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