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El limbo de El Salvador

Para los analistas internacionales, lo sucedido en El Salvador no es una sorpresa. Afirman que el país ha vivido una transición gradual de la derecha a la izquierda, que se vio fortalecida por la coalición que el FMLN realizó con el actual presidente Mauricio Funes, y por los escándalos de corrupción del expresidente Florez, cabeza del partido Arenas. Los salvadoreños aprecian a la corrupción como el principal mal del país y culpan de ellos a los políticos de Arenas y, la sombra del expresidente Florez debilitó al candidato de Arena y dividió a ese partido.

13 de marzo de 2014 Por:

Para los analistas internacionales, lo sucedido en El Salvador no es una sorpresa. Afirman que el país ha vivido una transición gradual de la derecha a la izquierda, que se vio fortalecida por la coalición que el FMLN realizó con el actual presidente Mauricio Funes, y por los escándalos de corrupción del expresidente Florez, cabeza del partido Arenas. Los salvadoreños aprecian a la corrupción como el principal mal del país y culpan de ellos a los políticos de Arenas y, la sombra del expresidente Florez debilitó al candidato de Arena y dividió a ese partido.

Desde 1992, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) ha postulado a tres excomandantes guerrilleros: Facundo Guardado en 1999, Schafick Handal en los comicios de 2004 y ahora, Sánchez Cerén.En las dos primeras contiendas el partido de izquierda fue derrotado. Ahora, el panorama luce muy distinto, pues en la primera vuelta el FMLN obtuvo 48,9% de los votos contra 38,9% de Arena y, en la segunda y decisiva, ocurrida el pasado domingo, Sánchez Cerén obtuvo una ligera mayoría sobre Norman Quijano, candidato de Arena, el partido de centro-derecha.El estrecho margen de victoria, apenas seis mil votos entre el ganador y el perdedor, ha sumido al país en una crisis política e institucional. Ambos candidatos se han autoproclamado vencedores, escrutados casi el 100% de los votos, pero el Tribunal Supremo Electoral se negó a declarar un vencedor y señaló que será necesario esperar hasta el escrutinio final y la revisión de 10 actas electorales que no habían ingresado al sistema. Todo parece indicar que ocurrirá una situación similar a la de la elección de Maduro en Venezuela o Felipe Calderón en México.La diferencia es el mar de fondo en el que navega la pequeña República centroamericana. Uno de los países más pobres del mundo, que apenas se recupera de una guerra civil devastadora, una sociedad profundamente dividida pese a los acuerdos de paz, azotada por la violencia de las pandilla de maras y en medio de una geopolítica centroamericana en la que el populismo y la agresividad de Nicaragua subiría de tono en caso de confirmarse la primera victoria electoral de la exguerrilla salvadoreña.Para los analistas internacionales, lo sucedido en El Salvador no es una sorpresa. Afirman que el país ha vivido una transición gradual de la derecha a la izquierda, que se vio fortalecida por la coalición que el FMLN realizó con el actual presidente Mauricio Funes, y por los escándalos de corrupción del expresidente Florez, cabeza del partido Arenas. Los salvadoreños aprecian a la corrupción como el principal mal del país y culpan de ellos a los políticos de Arenas y, la sombra del expresidente Florez debilitó al candidato de Arena y dividió a ese partido.De otra parte, el pasado guerrillero de Sánchez Cerén y su partido no pareció importar a muchos electores, y una muestra es que las campañas para compararlos con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez o vincularlos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), no dieron resultado. La amenaza está latente, y procede de ambos bandos. Norman Quijano, el presunto derrotado dijo: “No hay Tribunal Supremo Electoral que valga para arrebatarnos la victoria (...) nuestra Fuerza Armada está pendiente de este fraude que están fraguando”. Y también se teme que Sánchez Cerón, el exguerrilero, se una al gobierno de Ortega en Nicaragua, con lo que el populismo, desgobierno, despilfarro y autoritarismo se entronice en El Salvador.Así, el limbo que atraviesa El Salvador, que no ha podido superar las secuelas de la guerra y sufre la amenaza crónica de la violencia, no parece tener camino al cielo.

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