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El ‘golpe electromagnético’

Si no fuera por la gravedad de la tragedia que ha producido, las declaraciones de Nicolás Maduro podrían catalogarse como una sarta de chistes malos...

12 de marzo de 2019 Por: Editorial .

Si no fuera por la gravedad de la tragedia que ha producido, las declaraciones de Nicolás Maduro podrían catalogarse como una sarta de chistes malos y de acusaciones rebuscadas para tratar de evadir su responsabilidad y la del régimen y los militares que aún la soportan. Ahora, Venezuela está a oscuras y los ciudadanos que quedan buscan con desespero agua, medicamentos, comida, o cualquier seguridad que los proteja de las tinieblas en las cuales está sumido su país.

Decir que el apagón del cual aún no se recupera el país vecino es producto de un “ataque cibernético” o, peor aún, de un “golpe electromagnético” es una burla contra los venezolanos que padecen una verdadera catástrofe. Asentada encima de una de las reservas de hidrocarburos más grandes del planeta, Venezuela viene sufriendo apagones constantes porque la generación hidroeléctrica no recibe mantenimiento, lo cual hace que ya no pueda atender la demanda. Y porque la generación térmica, basada en derivados del petróleo, está abandonada y no es abastecida con el combustible suficiente para respaldar el sistema.

En su ignorancia y en su afán de presentarse como víctima del “imperialismo”, el régimen permite que Maduro diga mentiras, pues hace pocos años les ordenó a sus Fuerzas Armadas asumir la defensa del sector. La verdad, según los técnicos venezolanos, es que el sistema de distribución de energía está caído por falta de mantenimiento, y las generadoras como la represa del Guri, que producen la mayor proporción de energía, se están apagando, pues sus turbinas y la red colapsan sin que el Gobierno las atienda como corresponde.

El resultado se ve en todas las ciudades, pueblos y veredas, no de ahora sino de hace varios años. Cientos de centros hospitalarios han tenido que cerrar sus puertas, miles de personas han muerto o no reciben atención para enfermedades que requieren equipos alimentados por corriente eléctrica y los pacientes son echados a la calle porque no hay forma de encargarse de ellos.

Pero el drama es peor ahora. Causa indignación ver las imágenes de los habitantes de Caracas aperados de bidones y haciendo cola para recoger agua contaminada, mientras los militares que rodean al dictador y a sus voceros se dedican a acusar a los demás por el desastre que ellos han producido a su nación. Y entre tanto, la gente no tiene recursos para pagar sus compras porque no hay internet, los cajeros automáticos no suministran efectivo y los bancos han colapsado.

Y crecen las asonadas en busca de alimentos, de agua y abastecimientos, mientras aumenta la migración. La respuesta de la tiranía es soltar a sus paramilitares para reprimir a quienes salen a exigir que haya un cambio, a reclamar que vuelva la luz y que exista un orden que impida la aterradora ola de inseguridad desencadenada a partir del apagón que duró 100 horas y aún no ha sido posible superar.

Ayer se inició otra etapa de protestas convocada por el presidente Interino Juan Guaidó. Es la manera de responder al “ataque electromagnético” de Nicolás Maduro contra el pueblo de Venezuela.

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