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El fondo del problema

Sin duda es una gran noticia que la ciudad más importante de Colombia sobre el Pacífico lleve más de veinte días sin registrar muertes violentas. Ese es uno de los resultados más significativos de los reclamos que realizó la sociedad, pidiendo la presencia masiva de las autoridades que sirviera para controlar las bandas criminales que asolaban la ciudad, convirtiéndola en foco de violencia donde se cometían los peores crímenes mientras los habitantes debían padecer la extorsión para poder desplazarse, o trabajar.

6 de abril de 2014 Por:

Sin duda es una gran noticia que la ciudad más importante de Colombia sobre el Pacífico lleve más de veinte días sin registrar muertes violentas. Ese es uno de los resultados más significativos de los reclamos que realizó la sociedad, pidiendo la presencia masiva de las autoridades que sirviera para controlar las bandas criminales que asolaban la ciudad, convirtiéndola en foco de violencia donde se cometían los peores crímenes mientras los habitantes debían padecer la extorsión para poder desplazarse, o trabajar.

Luego de muchos años de padecimientos, donde el abandono del centralismo ha producido uno de los peores dramas sociales de Colombia y América, Buenaventura está hoy en el centro del interés nacional y recibe a diario promesas y compromisos para su recuperación. Son todas ofertas bien intencionadas que sin embargo no parecen dirigidas a resolver el fondo del problema. Sin duda es una gran noticia que la ciudad más importante de Colombia sobre el Pacífico lleve más de veinte días sin registrar muertes violentas. Ese es uno de los resultados más significativos de los reclamos que realizó la sociedad, pidiendo la presencia masiva de las autoridades que sirviera para controlar las bandas criminales que asolaban la ciudad, convirtiéndola en foco de violencia donde se cometían los peores crímenes mientras los habitantes debían padecer la extorsión para poder desplazarse, o trabajar. Todo lo cual generó desplazamientos constantes de quienes a su vez venían de sufrir las mismas presiones en el resto de la región Pacífica.También es de destacar los anuncios del Gobierno Nacional de intervenir en Buenaventura con decisión y recursos. Ya se conoce la realización de un programa de desarrollo que será financiado con recursos que superan los US$400 millones, con el cual pretende transformar la ciudad. Y las distintas agencias públicas empiezan a destinar sumas importantes para atender los graves problemas que se han ido acumulando a través de los años en la ciudad que tiene el puerto más importante de Colombia. Y se sabe que la Fiscalía, está dispuesta a redoblar los esfuerzos para perseguir el delito y castigar la enorme corrupción que se devora las arcas municipales. Esa reacción hay que identificarla como el reconocimiento de una deuda acumulada por años de desidia con Buenaventura. Pero no será la solución mientras no se reconozca que el problema es el abandono que padece el Litoral Pacífico. No es difícil saber que la ciudad es epicentro de un desplazamiento incesante de quienes en toda la región, que podría ser una de las más próspera de Colombia, padecen los niveles de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas más alarmantes del país y uno de los peores del continente. Y que la criminalidad que hoy se persigue en esa ciudad es la misma que azota los pueblos y corregimientos del Valle, Cauca, Nariño y el Chocó. Mientras tanto, y con excepción de la actividad portuaria, las posibilidades de progreso se diluyen y las iniciativas privadas que se atreven a embarcarse en actividades lícitas, sufren la extorsión, el abandono estatal y la impotencia para construir un futuro. Es lo que impulsa el desplazamiento hacia Buenaventura, convirtiéndola en sede de un drama que destruye el tejido social, que no tiene respuestas y genera migraciones permanentes hacia el interior del país o hacia el extranjero. Por eso, el drama no es sólo de Buenaventura. Es de todo el Pacífico colombiano. Y será resuelto desde el momento en que el Estado se comprometa a permitir y a impulsar el desarrollo económico y social que demanda una de las regiones más abandonadas pese a ser una de las más ricas en recursos naturales de toda Colombia.

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