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El ejemplo de Túnez

Tan importante es lo logrado en Túnez que el Presidente francés, Francoise Hollande, aseguró en la Asamblea Nacional Constituyente de ese país que la nueva Constitución “confirma que el islam es compatible con la democracia” y “puede servir de ejemplo y de referencia a otros países”. “Túnez no es una excepción, es un ejemplo”. Y les dijo: “vosotros inspiráis el combate difícil, doloroso, de aquellos que en el mundo árabe y en otras partes luchan, combaten por la libertad”.

3 de noviembre de 2014 Por:

Tan importante es lo logrado en Túnez que el Presidente francés, Francoise Hollande, aseguró en la Asamblea Nacional Constituyente de ese país que la nueva Constitución “confirma que el islam es compatible con la democracia” y “puede servir de ejemplo y de referencia a otros países”. “Túnez no es una excepción, es un ejemplo”. Y les dijo: “vosotros inspiráis el combate difícil, doloroso, de aquellos que en el mundo árabe y en otras partes luchan, combaten por la libertad”.

Aunque el movimiento denominado la “Primavera Árabe” se inició en Túnez con la autoinmolación de un joven vendedor callejero, pronto toda la atención hacia ese acontecimiento se la llevó Egipto por ser el país más grande e influyente del mundo árabe.El primer resultado fue la deposición de una serie de dictadores y la constitución de nuevos gobiernos, la mayoría a través de elecciones, o también con acciones violentas como sucedió en Libia. Esta violencia continúa en Siria, cuya dictadura se sostiene gracias al apoyo ruso. Pero en todos los casos la victoria electoral fue para movimientos islamistas que trataron de imponer la “sharia” o ley islámica como fuente de la legislación en los Estados.Egipto fue el primero y más grande fracaso, pese a la fortaleza y organización de los Hermanos Musulmanes. Libia ha estallado en conflictos violentos entre miembros del régimen de Gadafi y los actuales gobernantes. Siria aún combate con los rebeldes. Yemen mantuvo su dictadura y no se vislumbran cambios, algo similar a lo que sucede en Marruecos. La verdad es que el temprano fracaso de Egipto mermó el impulso de los reformistas y alentó al dictador sirio.Pero en Túnez, donde comenzó todo, la historia ha sido distinta. Un grupo de islamistas moderados ganó las elecciones con amplia mayoría (40%) y comenzó a afrontar las grandes dificultades del país: desempleo, pobreza e inequidad. Aunque no tuvo el éxito que esperaba, mantuvo las libertades democráticas y no se sintió tentado por el radicalismo. En enero de este año impulsó la aprobación de una nueva constitución que, aunque declaró al islam como la “religión oficial” del país, no impuso la Sharia.Tan importante es lo logrado en Túnez que el Presidente francés, Francoise Hollande, aseguró en la Asamblea Nacional Constituyente de ese país que la nueva Constitución “confirma que el islam es compatible con la democracia” y “puede servir de ejemplo y de referencia a otros países”. “Túnez no es una excepción, es un ejemplo”. Y les dijo: “vosotros inspiráis el combate difícil, doloroso, de aquellos que en el mundo árabe y en otras partes luchan, combaten por la libertad”.En sentido similar se pronunciaron los gobiernos español y alemán, apoyos que se vieron retribuidos con la elección, por primera vez en el mundo árabe, de un gobierno laico en el mes de junio, que se ha comprometido a mantener al islam como religión oficial, y se ha dedicado a trabajar para combatir el desempleo, el principal problema de la joven población tunecina.Túnez es un pequeño país de 10 millones de habitantes. La mitad de su territorio está en el desierto del Sahara y una gran cantidad de jóvenes del país, pese a sus ancestros bereberes, se han educado en Francia y mantienen una intensa conexión con la cultura europea. Es el país árabe con mayor número de graduados universitarios, que no encuentran oportunidades de trabajo en su país. Fueron el motor de la Primavera Árabe.Si ellos triunfan, demostrando que islam, democracia y buen gobierno no son incompatibles, se convertirán en un ejemplo para el mundo.

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