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El drama interminable

"La inmigración ilegal ya dejó de ser un fenómeno esporádico, transformándose en asunto que siembra intranquilidad entre los europeos. Y no por motivos racistas. Lo que esa avalancha de personas significa es la negación del “estado del bienestar y la solidaridad”, y la amenaza a la zona de libre comercio y al experimento más ambicioso de integración pacífica en la historia moderna".

4 de septiembre de 2015 Por:

"La inmigración ilegal ya dejó de ser un fenómeno esporádico, transformándose en asunto que siembra intranquilidad entre los europeos. Y no por motivos racistas. Lo que esa avalancha de personas significa es la negación del “estado del bienestar y la solidaridad”, y la amenaza a la zona de libre comercio y al experimento más ambicioso de integración pacífica en la historia moderna".

Las imágenes de un guarda que carga el cadáver de un niño ahogado cuando su familia naufragó en su intento por llegar a las playas de una isla griega, van camino a convertirse en símbolo de la tragedia que se vive en las fronteras de la Unión Europea por la migración ilegal. Y en el grito de quienes buscan de cualquier modo la solución al desamparo y la miseria que causan las guerras y las carencias en sus países de origen.El niño provenía de Siria, de donde partió junto con cientos de sus compatriotas, buscando el abrigo de la UE. De cualquier manera, arriesgando sus vidas, como lo han hecho los más de 300.000 seres humanos que se han atrevido a embarcarse en lo corrido del año, para tratar de llegar a Grecia, a Italia o a España. Son personas que luego se exponen a perder la vida asfixiadas, en camiones como el que fue encontrado a principios de la semana en Austria, donde murieron 70 seres humanos. O atiborran los trenes de donde son bajados a la brava; o aquellos que son detenidos por barreras en las fronteras de Hungría; o los que se juegan la vida tratando de llegar a Inglaterra a través del Eurotúnel, arriesgando su existencia.Así se enfrenta la necesidad de escapar de la guerra de Siria o Iraq, y de la miseria del norte de África con la obligación de poner límites a una migración que por sus características puede desestabilizar a los países que conforman la UE. Y se produce el gran dilema de ofrecer solidaridad a quienes están desprotegidos mientras las naciones de Europa no están preparadas para ello. En el medio de tan terrible dilema están los negociantes que reciben enormes ganancias por embutir centenares de seres humanos en botes inseguros, desprotegidos y expuestos al naufragio y a la muerte que no discrimina.Ese es el problema que enfrenta la UE. Que como van las cosas puede obligar a levantar de nuevo las barreras fronterizas entre sus integrantes para tratar de detener la migración ilegal. Porque ya dejó de ser un fenómeno esporádico, transformándose en asunto que siembra intranquilidad entre los europeos. Y no por motivos racistas. Lo que esa avalancha de personas significa es la negación del “estado del bienestar y la solidaridad”, y la amenaza a la zona de libre comercio y al experimento más ambicioso de integración pacífica en la historia moderna.Frente a semejante desafío, Europa trata de dar un manejo policial del asunto, acordando la creación de una fuerza que detenga la invasión en alta mar, lo cual no ha sido posible, y ha pretendido repartir los inmigrantes entre los 28 integrantes de la UE, cosa que fue rechazada de manera rotunda. Queda por conseguir un consenso que solucione el problema de raíz, antes de que adquiera dimensiones catastróficas. Ese consenso debe llevar a atacar las causas del problema, es decir, las guerras en el Medio Oriente y la miseria en el norte de África, antes de que sea demasiado tarde. De lo contrario, el brote de xenofobia y racismo irracional contra los inmigrantes ilegales, la causa principal de las grandes guerras, será inevitable.

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