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El dolor de cabeza

Una grave alerta emitió esta semana la ONU al advertir que el mercado mundial de las drogas ilícitas está prosperando y diversificándose.

25 de junio de 2017 Por: Editorial .

Una grave alerta emitió esta semana la ONU al advertir que el mercado mundial de las drogas ilícitas está prosperando y diversificándose. Con una producción de cocaína y opio al alza, el desarrollo de sustancias sintéticas y un aumento de la mortalidad por opiáceos, la situación se transforma en un dolor de cabeza para la humanidad.

La preocupación es grande. En la actualidad hay más tipos de drogas, están más disponibles y tienen un efecto más poderoso en los consumidores, lo que amenaza su salud. Aunque el número de consumidores, cerca de 250 millones de personas, continúa estable desde hace cinco años, no se tienen claros los efectos devastadores que esta situación provoca en los servicios de salud de los países afectados.  
La ONU cifra en 29,5 millones el número de personas que presentan trastornos graves por el consumo agresivo de estas sustancias. Solo una de cada seis personas que requiere tratamiento por intoxicaciones recibe asistencia y la mayoría en los países desarrollados.

Entre los años 2009 y 2016, la ONU detectó 739 sustancias adictivas que aparecen y desaparecen con rapidez y cuyos componentes químicos varían uno del otro. Esto quiere decir que este mercado ilícito que mueve miles de millones de dólares y sirve de caldo de cultivo para alimentar violentas mafias que azotan a varios países, entre ellos México y Colombia, se expande con una rapidez asombrosa sin que la respuesta de los estados tenga la misma fluidez.

Está claro que el mercado de las drogas sigue evolucionando y el número de sustancias continúa aumentando lo cual supone un desafío de marca mayor para que la comunidad internacional le dé una respuesta legal al mismo ritmo.

El reto no es de poca monta. La ONU calcula que en el 2015 se presentaron por lo menos 190.000 muertes en el mundo por el abuso de drogas, cálculo que se puede quedar corto si se tiene en cuenta que tan solo en los Estados Unidos fallecieron por sobredosis más de 52.000 personas.

Y no solo se trata de los efectos devastadores para la salud pública. Es bien sabido que el narcotráfico y el llamado ‘microtráfico’ alimentan las finanzas de grandes mafias que desestabilizan territorios como ha ocurrido en México y en Colombia. También, grupos terroristas como los talibanes y el estado islámico se benefician del negocio de las drogas y se estima que sus ingresos pueden ascender a más de 200 millones de dólares.

El panorama es inquietante. Y la comunidad internacional parece, como buena parte de los adictos a estas sustancias, adormilada, sin ponerse de acuerdo sobre la forma de atacar un fenómeno que mina las instituciones de los países donde se producen las drogas ilícitas y las sociedades donde las consumen.

Mientras algunos proponen endurecer las medidas punitivas, otros piensan que es la hora de considerar la legalización y el tratamiento como problema de salud. El camino para encontrar una respuesta coherente y efectiva no será corto.

Por ahora, urge encontrar una respuesta a este avance demoledor del narcotráfico porque esta guerra contra las drogas ilícitas parece perdida.

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