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El desafío del pasado

Ni siquiera el argumento de que defienden el empleo o que protegen los derechos de quienes entregan sus vehículos puede justificar las asonadas, el vandalismo y el perjuicio que les están causando a la ciudad y a los caleños quienes promueven la protesta.

30 de agosto de 2012 Por:

Ni siquiera el argumento de que defienden el empleo o que protegen los derechos de quienes entregan sus vehículos puede justificar las asonadas, el vandalismo y el perjuicio que les están causando a la ciudad y a los caleños quienes promueven la protesta.

Haciendo uso de las vías de hecho, algunos transportadores protagonizaron ayer un bloqueo que perjudicó a los caleños y causó daños al sistema de Transporte Masivo. Fue una inaceptable forma de presionar al Municipio para que dé reversa en la decisión de retirar los buses y busetas que está contemplada y acordada cuando se dio vida al MÍO. La protesta causó daño a miles de caleños que no tienen por qué ser usados como rehenes por quienes se tomaron vías y protagonizaron asonadas para reclamar por una medida que conocían hace siete años. En su momento, los que ahora atacan al MÍO, algunos de los cuales son socios de las empresas que contrataron con Metrocali, fueron informados sobre la modernización del transporte público en Cali, lo que implicaba retirar de circulación las busetas y los buses que inundan las calles de la ciudad y abrir la posibilidad de que los empresarios se encargaran de la operación del nuevo sistema.Así se ha trabajado durante los años en los cuales se construyó el MÍO. Prueba de ello es que se han retirado más de dos mil vehículos, pagándoles los derechos que se acordaron por su chatarrización. Mientras tanto, Metrocali ha venido construyendo la infraestructura necesaria para operar el Sistema, a la vez que los operadores han ido adquiriendo los vehículos que demanda su puesta en marcha. Y centenares de conductores han sido capacitados y trabajan en condiciones que incluyen jornadas de ocho horas, salarios fijos y las prestaciones sociales de ley. La transformación ha llegado también a los usuarios, que ya no serán víctimas del mal trato o sujetos de la guerra del centavo que beneficia a unos pocos en perjuicio del inmenso número de usuario del anacrónico sistema que defienden quienes lo han explotado. Por eso es imposible dar marcha atrás y permitir que se mantenga un paralelismo que perjudica a los usuarios, a los mismos transportadores y al MÍO. Ese es un aspecto que no pueden ignorar los promotores del desorden que padeció ayer Cali. Ellos no pueden decir que desconocían las medidas que se están aplicando. Incluso, muchos de ellos han persistido en circular a pesar de que sus matrículas han sido canceladas y las rutas han desaparecido. Es como si no tuvieran obligación de acatar las decisiones largamente discutidas y divulgadas, y tuvieran licencia para atacar al MÍO, bloquear la ciudad y sembrar la zozobra. Ni siquiera el argumento de que defienden el empleo o que protegen los derechos de quienes entregan sus vehículos puede justificar las asonadas, el vandalismo y el perjuicio que les están causando a la ciudad y a los caleños quienes promueven la protesta. El MÍO no tiene reversa porque es la transformación de la vida urbana de la ciudad, que sale del caos, la mala atención a los usuarios y la explotación de los conductores, para entrar en el orden, donde el transporte es el protagonista de una nueva ciudad. Eso deben saberlo los instigadores del desorden que ha sido respondido con prudencia y firmeza por la Policía y las autoridades municipales. Cali no puede permitir que las vías de hecho se conviertan en instrumento de presión para mantenerla en el pasado.

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