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El desafío de la violencia

"Las organizaciones armadas conocidas hoy como Bandas Criminales, que desconocen la autoridad y aprovechan las dificultades del Estado para perseguirlas y acabarlas, están en el centro mismo de la violencia que por décadas ha golpeado a la Nación"

18 de enero de 2011 Por:

"Las organizaciones armadas conocidas hoy como Bandas Criminales, que desconocen la autoridad y aprovechan las dificultades del Estado para perseguirlas y acabarlas, están en el centro mismo de la violencia que por décadas ha golpeado a la Nación"

El asesinato a sangre fría de dos estudiantes en el departamento de Córdoba volvió a poner en la primera plana del interés nacional la existencia de grupos armados que aprovechan los vacíos para imponer reductos donde rigen el crimen y la violencia. Otra razón para reafirmar que Colombia no puede dar su brazo a torcer en el propósito de establecer el imperio de la ley como la única forma de lograr la paz que todos deseamos.Duele saber que dos jóvenes amantes de la naturaleza, educados en una buena universidad y con interés en preservar el medio ambiente, hayan sido asesinados en forma miserable en los alrededores de San Bernardo del Viento por una de las tantas bandas de criminales que aún subsisten en esa región. Ellos sufrieron el mismo azote que desde años atrás han padecido muchos colombianos, a manos de quienes desconocen al Estado y explotan toda clase de negocios delictivos bajo la protección de sus armas.Infortunadamente, las organizaciones armadas conocidas hoy como Bandas Criminales, que desconocen la autoridad y aprovechan las dificultades del Estado para perseguirlas y acabarlas, están en el centro mismo de la violencia que por décadas ha golpeado a la Nación, con distintas facetas, con supuestas justificaciones partidistas o ideológicas, o bajo el mero rótulo de delincuencia común. Son la representación de las grandes dificultades que ha tenido el país para lograr la vigencia y el respeto del Estado de Derecho en todo el territorio, elemento indispensable para civilizar los espíritus y lograr la convivencia.Lo que está sucediendo no es sólo que las Bacrim reemplacen los grupos paramilitares. Además de mostrar la forma en que se ha transformado el uso de la violencia para crear zonas dominadas por esas organizaciones, ellas reflejan la persistencia histórica en desconocer la autoridad legítima. Eso es lo que hoy se reproduce en varias regiones de Colombia como Córdoba o el Litoral Pacífico. Incluso, es lo que refleja la supervivencia de organizaciones como las Farc, que hace rato perdió su supuesto origen político.Hace diez años Colombia entendió ese desafío y decidió enfrentarlo. Es la razón por la cual, la Seguridad Democrática propuesta por el presidente Álvaro Uribe se convirtió en una política de Estado, aprobada y respaldada por la casi totalidad de los colombianos. Fue su manera de decir que ya no aceptaban los vacíos producidos por la ausencia del Estado, y que los gobiernos deben asegurar el acatamiento de la Ley como principio fundamental en la sociedad.Pero esa tarea no ha terminado, como lo demuestra el asesinato de los dos jóvenes en Córdoba y las actuaciones que las autoridades adelantan contra las Bacrim en los últimos años, o contra la guerrilla y las organizaciones que subsisten del narcotráfico. Y ahora es necesario completarla con el fortalecimiento de la Justicia que garantice los derechos y castigue a los infractores. No más organizaciones criminales y el respeto por la vida claman los miles de colombianos que como Margarita Gómez y Mateo Matamala han sido sacrificados por la barbarie.

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