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El Derecho es el camino

"La anquilosada estructura de la OEA, sumada a la influencia de solidaridades ideológicas y económicas, y a la presión que ejerce Nicolás Maduro con el petróleo en el Caribe, impidieron que la entidad cumpliera el papel de guardián de los Derechos Humanos y de la paz en el continente".

3 de septiembre de 2015 Por:

"La anquilosada estructura de la OEA, sumada a la influencia de solidaridades ideológicas y económicas, y a la presión que ejerce Nicolás Maduro con el petróleo en el Caribe, impidieron que la entidad cumpliera el papel de guardián de los Derechos Humanos y de la paz en el continente".

Luego del fracaso en la solicitud ante la Organización de Estados Americanos, de citar a los cancilleres del continente para tratar la deportación de colombianos y la consecuente crisis humanitaria que se presenta en la frontera con Venezuela, el presidente Juan Manuel Santos reafirmó su intención de denunciar ante todas las organizaciones internacionales los atropellos cometidos por el Gobierno de Venezuela.Así debe actuarse cuando se trata de defender los derechos de quienes han llegado al vecino país en desarrollo de una relación que siempre se ha basado en el respeto y el entendimiento. Que haya problemas, innegables e inocultables, no puede tomarse como autorización para desconocer los derechos humanos como lo está haciendo el gobierno de Nicolás Maduro. Ni para señalar a los colombianos como causantes de todos los problemas del vecino.No puede quedar la menor duda: la crisis económica y social de Venezuela tiene origen en las equivocadas o inexistentes políticas del régimen mal llamado como bolivariano. Y no puede ser aceptable que a nuestros connacionales se les señale como responsables, se les marque sus casas y se destruyan sus pertenecías sin mayor consideración. O que se les condene a atravesar por trochas, partiendo las familias y dejando en el desamparo a miles de niños.Eso es lo que debía considerarse en la reunión de Cancilleres de la OEA, que Colombia trató de convocar. Infortunadamente, pudieron más los intereses económicos y los cálculos políticos que el deber de enfrentar lo que quienes conocen el asunto solo pueden calificarlo como una crisis humanitaria. Y no se trataba de condenar al Gobierno de Venezuela. Bastaba sí, con exigirle el fin de un atropello inconcebible en América, y sólo comparable a los actos ejecutados por el fascismo.Pero no se pudo. La anquilosada estructura del organismo interamericano, sumada a la influencia de solidaridades ideológicas y económicas, y a la presión que ejerce Nicolás Maduro con el petróleo en el Caribe, impidieron que la entidad cumpliera el papel de guardián de los Derechos Humanos y de la paz en el continente. Igual iba a suceder en la reunión de Unasur, lo cual justifica que Colombia rechazara cualquier reunión que no fuera en esta semana.Por eso es necesario que el Gobierno Nacional se dirija a otras instancias para hacer conocer los atropellos de Nicolás Maduro y sus funcionarios contra los colombianos en Venezuela, rechazados incluso por muchos venezolanos. En alguna de las tantas organizaciones creadas por la comunidad internacional para defender los derechos humanos y detener el agravio, debe producirse la respuesta que esperan nuestro país y los millones de personas cuyo origen está en Colombia.Y que no se caiga en la provocación que el régimen chavista ha querido plantear a nuestro país, acusándolo de todos los males posibles, militarizando la frontera y llenando de epítomes y acusaciones absurdas al presidente Santos y al expresidente Álvaro Uribe. Hoy, el país debe estar unido para defender a nuestros nacionales y para mantener el Derecho Internacional como la vía para responder a un acto de barbarie que desconoce la civilización.

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