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El debate necesario

Es claro que los resultados de las pruebas Prisa no representan la totalidad de la educación del país, ni la responsabilidad es de todos los maestros y profesores. Pero sí demuestran que Colombia necesita un cambio drástico en la forma en que está educando las nuevas generaciones

3 de abril de 2014 Por:

Es claro que los resultados de las pruebas Prisa no representan la totalidad de la educación del país, ni la responsabilidad es de todos los maestros y profesores. Pero sí demuestran que Colombia necesita un cambio drástico en la forma en que está educando las nuevas generaciones

Esta semana se dieron a conocer los resultados de una de las pruebas del Programa Internacional de Estudiantes, que mide la capacidad de resolver los problemas de la vida cotidiana. Al ver que los 9073 alumnos colombianos de 15 años que participaron en esas pruebas ocuparon el último lugar entre los 44 participantes, volvieron a quedar en evidencia las deficiencias de la educación nacional, lo que demanda un debate serio para saber hacia dónde queremos llevar nuestro país.Al responder las preguntas sobre las causas y consecuencias de los preocupantes resultados, la Ministra de Educación fue clara en explicar que las pruebas Pisa fueron tomadas por nuestro país en el 2012, con el objetivo de saber en qué estamos en esa materia con respecto a los países del mundo desarrollado. Lo cual no alcanza a explicar que nuestros estudiantes tengan tan pocas capacidades para resolver problemas cotidianos. Es decir, que su razonamiento abstracto sea tan limitado que su habilidad para enfrentar los retos de hoy sea tan baja es alarmante. Pero el asunto no debe limitarse a juzgar a los estudiantes. Lo que corresponde es revisar la educación que se está impartiendo en Colombia. ¿Qué tipo de jóvenes están saliendo de las aulas escolares? ¿Es útil en la formación de ciudadanos con capacidades para enfrentar los retos de la vida moderna o de superar las dificultades que generan la pobreza y las diferencias causadas por el desequilibrio que ella produce? Y lo más importante: ¿Formamos personas con principios y valores que les permitan vivir en comunidad, que respeten las diferencias y tengan capacidad para resolver los conflictos sin recurrir a la violencia?Es allí donde debería estar el verdadero debate nacional. Que empieza por definir el papel que la sociedad y el Estado deben darle al maestro y al profesor como vehículo de superación y de cambio. Es decir, como formador de buenos ciudadanos capaces de desempeñarse en el mundo moderno, antes que como el empleado que está pendiente de las reivindicaciones laborales; como el miembro de la sociedad que prepara a sus alumnos para enfrentar los desafíos y superarse, y no como quien cumple una labor rutinaria para recibir una remuneración en muchos casos deficiente. Es claro que los resultados de las pruebas Prisa no representan la totalidad de la educación del país, ni la responsabilidad es de todos los maestros y profesores. Pero sí demuestran que Colombia necesita un cambio drástico en la forma en que está educando las nuevas generaciones. Basta consultar a las universidades nacionales para conocer las grandes limitaciones que padecen muchos estudiantes que llegan a sus claustros, para reconocer que el problema debe ser enfrentado en la dimensión que corresponde. La educación hace la diferencia entre el progreso en todas sus dimensiones y el atraso que genera desigualdad; entre las sociedades que ofrecen oportunidades para que la gente se labre su propio futuro y aquellas en las cuales la crisis es la constante y la pobreza intelectual se convierte en enemiga del progreso social. Ese es el verdadero debate.

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