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El debate nacional

"Mientras las Farc guardan silencio, el presidente Santos hace afirmaciones sobre las consecuencias en su concepto negativas de no refrendar los acuerdos de La Habana, que aumentan el tono del debate y la radicalización, en momentos en los cuales se requiere serenidad para construir un consenso mínimo entre los colombianos".

22 de junio de 2016 Por:

"Mientras las Farc guardan silencio, el presidente Santos hace afirmaciones sobre las consecuencias en su concepto negativas de no refrendar los acuerdos de La Habana, que aumentan el tono del debate y la radicalización, en momentos en los cuales se requiere serenidad para construir un consenso mínimo entre los colombianos".

En otra declaración que puede considerarse sorpresiva, el presidente Juan Manuel Santos anunció que antes del próximo 20 de julio podría firmarse en acuerdo definitivo con las Farc. No obstante, el jefe máximo de ese grupo salió con rapidez a reclamar mesura sobre las informaciones de lo que ocurre en la mesa en La Habana.Tal es el ambiente que rodea la negociación que ya casi cumple cuatro años de iniciada. Sus desarrollos han sido afectados de polémicas y vicisitudes, como puede esperarse de un proceso mediante el cual se quiere poner fin a una confrontación cruenta que ha consumido vidas, riquezas y progreso. Como tal, los acuerdos parciales que hasta ahora se han conocido también han sido objeto de la controversia propia de una decisión en la cual el Estado y la sociedad deben sacrificar algo para lograr el compromiso de su contraparte de terminar con la violencia.El resultado de ese debate, permanente y en no pocas ocasiones candente, es una especie de fatiga que parece motivar el afán de algunos sectores, en especial del Gobierno y del Presidente, por llegar al acuerdo final. En medio de ello, las bancadas que en el Congreso respaldan al Ejecutivo han cumplido su papel al aprobar las reformas legales y constitucionales que se le han pedido, mientras la oposición ha expresado sus puntos de vista y ahora mismo realizan actividades de resistencia contra la manera en que se ha llevado a cabo la negociación y contra las concesiones que contienen los compromisos alcanzados y que benefician a las Farc. Esa fatiga ha tomado un rumbo que no parece el adecuado para una Nación que anhela terminar con décadas de violencia por métodos pacíficos. Es un país que quiere la paz, que sabe de la necesidad de entregar algo a cambio de la desmovilización de las Farc, del final de su terror, de su rompimiento definitivo con el narcotráfico si quieren participar en la política democrática.Nos referimos al vuelco que ha tomado el debate, llevando a los colombianos a dividirse por ese anhelo de paz. Al uso de los símbolos patrios acompañados del lenguaje inflamado de las amenazas, anticipando argumentos para una refrendación que en forma de plebiscito hizo aprobar el Gobierno y ahora está a la espera del dictamen de la Corte Constitucional. Y mientras las Farc guardan silencio, el presidente Santos hace afirmaciones sobre las consecuencias en su concepto negativas de no refrendar los acuerdos, que aumentan el tono del debate y la radicalización, en momentos en los cuales se requiere serenidad para construir un consenso mínimo entre los colombianos. Entendiendo que esas declaraciones se producen después de un largo desgaste, sus argumentos ocasionaron una reacción que debe ser escuchada. Como en la oposición debe tenerse en cuenta que poco gana Colombia con el discurso incendiario y descalificador contra la propuesta oficial.La democracia debe garantizar la expresión de las ideas. Pero, ante todo, ella debe ser instrumento de unión contra el verdadero enemigo, el totalitarismo y la violencia con la cual han querido imponerlo durante cincuenta años. No nos equivoquemos.

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