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El bloqueo y el paro

"Cuando en unos días se reinicie el funcionamiento de la mesa de negociación en la capital de la República, sería conveniente que les informen a los colombianos si el paro agrario ya terminó, o si sólo fue suspendido. Y si deben seguir en alerta permanente para enfrentar lo que a todas luces es un movimiento lesivo para todo un país que no puede ser paralizado por unos sectores".

14 de junio de 2016 Por:

"Cuando en unos días se reinicie el funcionamiento de la mesa de negociación en la capital de la República, sería conveniente que les informen a los colombianos si el paro agrario ya terminó, o si sólo fue suspendido. Y si deben seguir en alerta permanente para enfrentar lo que a todas luces es un movimiento lesivo para todo un país que no puede ser paralizado por unos sectores".

Al parecer, el pasado domingo se logró en Santander de Quilichao el acuerdo que levantó el bloqueo de las vías que comunican al sur de Colombia con el resto del país. Ahora, el traslado de la mesa de negociación a Bogotá no deja en claro las verdaderas motivaciones del paro, si terminó o sigue pendiente sobre el país una nueva parálisis que afectará otra vez el clima económico, social y político de la Nación.Fueron quince días de forcejeo por lo que se suponían eran reivindicaciones del sector campesino y agrario, además de las reclamaciones de algunos dirigentes indígenas. En ellas estuvieron presentes los ministros de Agricultura y del Interior, atendiendo de manera directa las negociaciones que se llevaban a cabo y dando respuesta a las inquietudes de los negociadores de las comunidades indígenas y negras, así como con los grupos que dicen representar sectores campesinos. Entre tanto, el sur del país fue incomunicado por tierra durante todo ese tiempo. El efecto se vio en los precios de los alimentos que en períodos de normalidad, van y vienen por la carretera Panamericana. Y en la escasez que sufrió Popayán, las dificultades para movilizar a los enfermos que requerían atención en Cali y la aguda falta de combustibles que padecieron los habitantes de Pasto, sin contar con los perjuicios causados a los agricultores, ganaderos, comerciantes y transportadores de la región.Todo eso se produjo en aras de una supuesta protesta social que, después se supo, tuvo influencias de grupos y partidos como la Marcha Patriótica e intervenciones directas de Senadores de la República, además de la presencia del ELN. Al final, el Ministro de Agricultura reconoció que entre los ocho temas negociados sólo uno tenía relación con los asuntos de su cartera. El resto fueron reivindicaciones de carácter político.Y el que pagó los platos rotos fue el país, que debió presenciar impotente un desafío a las instituciones y padecer el aislamiento de una región vital para Colombia. Incluso, y ante los posibles incumplimientos que se presenten en el futuro, debidos entre otras razones a los recortes presupuestales de la Nación, no es de extrañar que la protesta, es decir las tomas, se realicen de nuevo si los organizadores así lo disponen. Se sabe que el Gobierno no aceptó trasladar la mesa de negociación a Cali, como lo exigían los jefes del movimiento. Ahora, cuando en unos días se reinicie su funcionamiento en la capital de la República, sería conveniente que les informen a los colombianos si el paro ya terminó, o si sólo fue suspendido. Y si deben seguir en alerta permanente para enfrentar lo que a todas luces es un movimiento lesivo para todo un país que no puede ser paralizado por unos sectores. Sin duda, la protesta social debe ser respetada y defendida como expresión de la democracia. Pero se desvirtúa cuando es utilizada para defender intereses de grupo o para conseguir dividendos políticos a costa de la Nación, interpretando la voluntad de diálogo de las autoridades como una debilidad del Estado para impedir el daño que se le causa a Colombia.

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