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El año de los jóvenes

14 de agosto de 2010 Por:

"El gran problema es que no se forma a los jóvenes como ciudadanos..."

El Año Internacional de la Juventud, que se celebra desde el 12 de agosto por mandato de Naciones Unidas, es una oportunidad para reflexionar sobre qué están haciendo los Estados y las sociedades para formar a quienes decidirán el futuro de la humanidad. Y si se les brindan las oportunidades para que formen parte de comunidades pacíficas.En términos de supervivencia, las condiciones de vida de los jóvenes de hoy son sustancialmente mejores a las de hace 20 años. El 85% de ellos, 1.200 millones de personas en el mundo, tiene acceso a la educación básica, aunque ni una cuarta parte alcanza a tener educación superior. Así mismo, han disminuido las tasas de morbilidad y mortalidad, y tienen mayor participación en las decisiones de sus sociedades. Sin embargo, la calidad de vida de los jóvenes de los estratos socio económicos menos pudientes es más deficiente que la de los adultos. Es el segmento poblacional con mayores índices de pobreza y su tasa de desempleo es la más alta. Al año mueren 1,8 millones de jóvenes entre 14 y 25 años a causa de enfermedades prevenibles, 16 millones de mujeres entre 15 y 19 años de edad dan a luz anualmente, y la mitad de los casos nuevos de Sida se presentan en la población joven. Más grave aún es que la violencia deja cada día 565 muertos entre los 14 y los 25 años, y mil más fallecen a diario en accidentes de tránsito. Si en algo se evidencia la falta de oportunidades para los jóvenes es en su dificultad para acceder al empleo formal. Estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, dan cuenta de una tasa de desempleo mundial del 13% entre la población joven. En Colombia el 20,5 % de los muchachos entre 14 y 26 años no tiene trabajo, tasa que se eleva al 26,6% entre las mujeres de ese rango.Lo que más preocupa son las falencias de los Estados para garantizar los derechos a los jóvenes, formarlos para el entendimiento y la convivencia, y brindarles oportunidades de desarrollo. Cali es un ejemplo. Barrios donde las pandillas usan la violencia como una forma de reconocimiento social. Muchachos que frente a la falta de oportunidades e inmersos en una cultura que impuso el dinero fácil, encuentran en el sicariato su forma de vida. Una creciente porción de la población joven sin expectativas de un futuro mejor. El gran problema es que no se forma a los jóvenes como ciudadanos, ni se les enseña que las leyes no son un instrumento de represión sino las reglas creadas para la convivencia social. Y se les trata como un problema, cuando deberían estar formándose para asumir las responsabilidades que les corresponden como miembros de una comunidad. Sobre todos estos aspectos se debe dar la reflexión durante el Año Internacional de la Juventud. Como lo proclamó Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, “debemos reconocer y celebrar lo que los jóvenes pueden hacer para construir un mundo más próspero y pacífico, más seguro y más justo. Eso implica redoblar nuestros esfuerzos para formarlos en la convivencia, en el diálogo y entendimiento, e incluirlos en las políticas, programas y procesos decisorios que benefician su futuro y el nuestro”.

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